Álvaro Numbela T.
Esto sí sería otra cosa, muy diferente de las peleas a que da lugar la actividad política. En el momento actual, le vendría muy bien a Bolivia un gobierno basado en un programa común que vuelque todas las energías hacia el electorado. La unión de fuerzas verazmente democráticas para la República o la elección de gobernantes cada determinado tiempo.
EL PROGRAMA EN CUESTIÓN
Se trata de una voluntad patriótica para conquistar el Poder, acabar con la introversión de partidos de masas que sacrifican a sus electores y sus militantes imponiéndoles un Poder individualizado en función de atributos personales. En este sentido, la estructura de organización de un partido tiene que estar en relación próxima con la estructura sociológica compleja de la sociedad boliviana, a cuya diversidad social se añade la variedad ideológica. En la realidad de un programa común de Gobierno, la unión de fuerzas partidistas se reduciría en consideración a temas sumarios como la independencia nacional, el Estado fuerte que se precisa, sobre la base del cual se desarrollarían otras variaciones.
Se trata de ser más sencillos y prácticos, donde no caben las doctrinas que repugnan abiertamente un programa progresista. Un programa que permita no solamente ganar en elecciones el Poder; sino poner -en los días venideros- un programa para tener una legislatura estable. Para esta perspectiva se dispone de excelentes personalidades, intelectuales, académicos, que de momento se ven solos en la lucha. Personalidades hasta independientes, de probada eficacia, que con su experiencia y su espíritu renovador puedan contribuir a esta exigencia de primerísimo orden, Así queda indicado, lograr una experiencia de un partido que “atrape todo” a través de una organización práctica, adaptada a la era industrial. Un partido de electores, todo simplemente.
LA COHESIÓN
Poco importa que sigan los partidos políticos obsoletos, partidos de masa que tienden a perderse y que giran sobre el mismo enfoque; los partidos de cuadros que seguirán comportándose bien: Realidad donde ¡nada resulta seguro! Lo que resulta probable y practicable es la variedad de experiencias sociales; es decir, la coexistencia durable de partidos de tipología diferente dentro de un mismo sistema: La obtención de un sistema político independiente.
La cohesión necesaria que garantiza el programa común puede dar lugar a tener un Poder Ejecutivo progresista que no dependa ni de un lado ni del otro. Sólo trabajaría en el fortalecimiento de las instituciones que el pueblo establece en su Constitución. Una realidad que plantea la problemática contemporánea del desarrollo: ¡El necesario perfeccionamiento de las formas de organización político-social!
Así los electores sólo votarían por la estabilidad que garantiza el programa. Dado que, en el estado supremo del desarrollo, la expansión económica une las disparidades y lo que es mejor, elimina los antagonismos de clases.
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