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Exposición fotográfica

Imágenes que cuentan historia del pueblo indígena sirionó

> Núcleos educativos indígenas fueron ‘invisibilizados’ por la historia; a esto apela la campaña boliviana, el derecho a la educación que intenta rescatar el propósito de Loayza Beltrán


Ganaderos e industrial agropecuario junto a un poblador Sirionó.
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Una exposición fotográfica que muestra la historia del pueblo indígena sirionó toma en cuenta un proyecto Casarabe de 1939, para reconstruir el territorio de Mojos o Moxos. La muestra se extenderá hasta el 30 de septiembre en el Museo de Etnografía y Folklore (Musef).

“Casarabe, fundada en el ‘Buen Jesús’, llegó a ser sin lugar a dudas el proyecto más ambicioso de creación de colonias indígenas, luego agrícolas en las tierras bajas, promovidas desde el Estado en la primera mitad del siglo XX ante las dificultades de instalarse en Huacharecuré”, refiere el texto de presentación de la exposición de imágenes del proyecto Casarabe.

En 1987 se hizo un breve repaso de lo que fue la constitución de la fundación del “Núcleo Casarabe”, escritor, periodista y profesor Carlos Loayza Beltrán, un orureño que se entró a las selvas benianas para darle vida y forma de desarrollo, educación y futuro, señala la publicación de un medio local paceño en ese año.

Justamente, la exposición de las fotografías expresa esa historia de los pobladores del lugar, los siriónos, quienes fueron asimilando un desarrollo y vinculación con los bolivianos, la participación de sus autoridades originarias se pudo observar en una de las fotos al Capitán de Rio Negro (1939).

Son tiempos donde concluyó la guerra del Chaco (1936) y asumía el mando por algunos meses Carlos Quintanilla y luego Enrique Peñaranda, son tiempos en que se daba “relevancia para la constitución de la escuela, del proyecto educativo y la instauración del territorio de ´Mojos´ como parte del territorio nacional más el entusiasmo educativo warisateño”, explicó en una parte la presentación de la exposición.

Los siriónos conocerían la escuela que fue parte de la cultura, también hubo evangelización, siendo bautizados algunos de ellos y por eso se denominó el “buen Jesús” que luego se extendió a los grupos de Echibaoco, Abicaya, Mañareca y Ricarco lugareños que vivían en plena selva, lejos de un desarrollo que se daba en otros departamento o quizás en la misma Trinidad capital de Beni.

“Bajo la denominación de núcleos educativos indígenas, se realizaron una diversidad de proyectos, en las distintas regiones de Bolivia pero muchas de estas experiencias fueron ‘invisibilizadas’ por la historia y ocultadas en la memoria, por esta razón la campaña boliviana por el derecho a la educación intenta rescatar la utopía de esos procesos para devolverles la voz a las comunidades que aportaron a la educación en Bolivia”, señala el texto retrospectivo de Casarabe.

Cuenta la historia que Carlos Loayza Beltrán, en 1957, visitó Casarabe llevando la imagen del Cristo de Limpias, después de 26 años de haber fundado junto a otros bolivianos y extranjeros que apoyaron el proyecto, en ese momento vio cómo había avanzado esos pobladores, un lugar urbanizado pero “sin alma y sin concientización”, manifestó a quienes contó su reencuentro con una Casarabe distinta.

 
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