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Eje musulmán suní

Libia, guerra de “drones” entre nuevos poderes


Túnez.- El pasado 18 de agosto, en plena ofensiva sobre Trípoli, el portavoz de las fuerzas leales al Gobierno reconocido por la ONU en la capital (GNA), Mohamad Gununu, anunció que una de sus milicias había logrado "derribar un dron emiratí" que pretendía atacar la ciudad-estado de Misrata.

Días después, la cadena "Libya February TV", órgano de propaganda del GNA, difundió un vídeo en el que un supuesto comandante adscrito al mando del mariscal Jalifa Hafter, el líder de las fuerzas en el este del país (LNA), admitía que usaban aviones no pilotados facilitados por el Ejército de Emiratos Árabes Unidos (EAU).

Más precisamente, aparatos "Wing Loong II" de fabricación china que, de acuerdo con su relato, formaban parte de su arsenal desde que el pasado 4 de abril pusieran cerco a la capital, único territorio junto a la propia Misrata que se resiste al empuje bélico del controvertido mariscal.

Los "Wing Loong II" están dotados con una tecnología que les permite disparar misiles guiados antitanque LJ-7 "Blue Arrow" como los que en abril de 2018 la coalición formada por Arabia Saudí -y a la que pertenece EAU- utilizó para matar al líder houthi Saleh Ali al Sammad en el Yemen.

Fragmentos de estos proyectiles han sido recogidos en los últimos tres meses en edificios de las localidades de Wadi Rabie, Al Aziziya y Ain Zara tras ataques aéreos de las fuerzas de Hafter, colaborador de la CIA desde que en la década de 1980 abandonara a Muamar al Gadafi y se convirtiera en el principal opositor en el exilio.

"Los drones despegan de las bases en el este y son manejados con la ayuda de baterías desplegadas en el frente de Gharyan", corazón de los combates entre el LNA y el GNA, explica a la agencia EFE una fuente militar del Gobierno en Trípoli.

Pero no solo las fuerzas del controvertido mariscal, respaldado también por Francia, Arabia Saudí y Rusia -país que le facilita armas pese al embargo impuesto a Libia en 2011-, prueban en Libia estos nuevos "ídolos del aire" de la guerra moderna.

Llegados desde Turquía, principal aliado del Gobierno de Trípoli y las milicias de Misrata, las fuerzas bajo mando del GNA tienen en su poder "Bayraktar TB2", un dron de fabricación turca considerado uno de los más avanzados de su gama y que también puebla el arsenal de Qatar.

El pasado junio, un portavoz del LNA aseguró que fuerzas aéreas desplegadas en el extrarradio de la capital habían logrado derribar uno de esos aparatos y destruir su centro de operaciones, situado al parecer en la base aérea de Maitiga, único aeropuerto civil operativo en la capital.

Tres días después, varios medios de propaganda vinculados al LNA difundieron imágenes de un "Bayraktar TB2" sobrevolando el oeste de Trípoli, escenario en los últimos días de intensos bombardeos que han obligado a cerrar el aeropuerto a las naves civiles. "Libia se ha convertido en un conflicto interesante de estudiar porque son dos aliados de Estados Unidos quienes están combatiendo entre ellos mientras que ni Washington ni la Unión Europea parecen estar muy preocupados", explica a Efe Jalel Harchaui, experto del prestigioso Instituto Clingendael holandés.

"Pese a que se trata de un conflicto que se libra a sus puertas, la UE no está alarmada. Es algo muy novedoso, aunque hay presencia de Estados Unidos, Rusia, Francia e Italia, el peso de la guerra lo llevan en realidad dos países musulmanes aliados de Occidente, EAU y Turquía", recalcó.

Para Harchaui, asignado al departamento de Fragilidad y Conflicto en Oriente Medio y el Norte de África, es el Gobierno federal de Abu Dhabi el que más empeño pone en un pulso que forma parte de un conflicto regional más global que se libra también en otros escenarios, como Siria y el Yemen.

"EAU es el poder que lidera en Libia, haciendo lobby, incluso en Francia, la UE, los Estados Unidos, interfiriendo con el respaldo de la Administración Trump, cada vez más favorable a las aspiraciones de Hafter", señaló.

"EAU no quiere democracia, no quiere oír hablar de la sociedad civil, desea mantener los símbolos, el estatus y hacerse con el control del relato" sobre el conflicto, insiste.(EFE)

 
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