“Marear la perdiz” es una expresión española antigua que significa: dar vueltas sobre un tema sin ser directos, o hacer perder el tiempo a los demás de forma intencionada para no llevar a cabo una tarea que hay que hacer. En Chile este dicho representa “hacer perder intencionadamente el tiempo como mera táctica dilatoria, con rodeos, circunloquios, o dilaciones, para obstaculizar la solución de un problema”. En nuestro medio también es interpretada de esa manera en todas las actividades, y es utilizada sobre todo en la política. Ahora, lo que ya no se sabe es si la población, o sea la opinión pública, es la “perdiz mareada”.
Esto porque de acuerdo con el jurisconsulto y docente universitario Dr. Alberto Retamozo Sánchez, “no se entiende bien el accionar, o la posición de los contendientes políticos”. Señala que un intercambio de criterios que tuvo con sus colegas del vecino Perú, e incluso de Ecuador, le dio la pauta para ver las cosas de forma más clara. “Es así que lo determinado por el pueblo el 21F da cuenta del rechazo a la reelección, por lo que no tiene sentido que existan candidatos que legalicen la participación de quienes están cuestionados”. Con énfasis Retamozo añade: “los opositores al solo inscribirse para participar en los comicios, de un modo u otro validan a los discutidos representantes de las filas gubernamentales”.
En realidad la “perdiz mareada” ya no comprende lo que está sucediendo en el ámbito político, dado que el señor Mesa reta o invita a un debate al presidente, quien tiene tras de sí el resultado del 21F, por lo cual se debe enfatizar que el solo debatir ya le estaría validando, dando legalidad, por lo que el camino debe ser el de rechazar la candidatura, pues el 21F rechaza la reelección, explica el profesor universitario. También se anima a señalar que “todos los candidatos de la oposición debieran renunciar, dejar sin efecto sus campañas, y solamente así quedará claro la ilegalidad de una candidatura”.
De cualquier manera, el aserto aristotélico en sentido de que “el hombre es un animal político”, refleja con academicismo lo que sucede en este campo, y aun cuando no trataremos, ni mucho menos, de explicar tal definición, por el contrario, con buen humor, apelando a nuestra innata picardía criolla, muchos solo dirán: “entonces los políticos son animales”. Claro que la expresión surgirá porque pareciera que “la perdiz ya está mareada”, dada la incierta situación por la cual atraviesa en medio de tanto bombardeo mediático, amén de la sarta de aflicciones y preocupaciones que la asedian cotidianamente, por lo que solo piensa en que atiendan y solucionen sus problemas sin que tenga que ser de izquierda o derecha, deba votar por “el mal menor” o “por cualquiera y menos por uno”.
Así, la “perdiz”, o sea la gente, hoy solo está preocupada porque se la escuche y atienda en sus necesidades y clamores, lo cual quiere decir que ¡definitivamente no está mareada y echará vuelo el día del voto!
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