Junto a los poemas en castellano dejaron los textos originales en kanji (los ideogramas japoneses, que piden ser contemplados) y en romaji (la escritura moderna romanizada, lo que permite que cualquier de nosotros pueda recitarlos en japonés a viva voz, atentos a su música, aun si no entendemos una solo palabra de japonés). Silva es también autor de El libro del haiku, una obra monumental, probablemente el libro más importante de poesía japonesa que se publicó en castellano al día de hoy.
En su edición original en japonés, Cabellos revueltos, de Akiko Yosano, tiene 399 tankas, esa forma poética de 5 versos con 5, 7, 5, 7 y 7 sílabas. La edición en castellano seleccionó unos cien. Quizás ese es el único reproche que se le podría hacer. Ojalá Silva contemple la posibilidad de extender su estupendo trabajo con Yosano.
Los poemas son pura sensualidad. Algunas imágenes: una mujer de largos cabellos sentada en el suelo, sobre sus talones, tocando el koto, el arpa japonesa. Noche, primavera, el color violeta para las sombras o para las nubes que se deshilachan. De nuevo el pelo, ese atado de cuerdas mudas. La primavera alude aquí a la juventud y a los nuevos amores, así como una flor designa la alegría del sexo.
Los poemas de Akiko Yosano son poemas de amor, pero no de pasión y desenfreno, sino de añoranza. Hay una clave japonesa en esta mirada que recorre milenios y lleva a las primeras poetas de la Corte imperial: Murasaki Shikibu y Sei ShÅnagon. El murasaki (literalmente, el color púrpura) salpica estos poemas y es una figura recurrente.
Aparecen también los kimonos, con sus mangas incapaces de dar un abrazo, escondiendo luciérnagas. Ya dijimos que la naturaleza y las luciérnagas son parte de la vida japonesa. Cuenta Lafcadio Hearn en La canción del arrozal que en su tiempo era frecuente recurrir a vendedores de insectos. El anfitrión de un banquete compraba luciérnagas y las liberaba en el jardín después del atardecer, para que los invitados disfrutaran su luz centelleante. Dice el poema 33 de Cabellos revueltos, de Akiko Yosano: Entre los pliegues del kimono, secreta, se mete la luciérnaga, azul como la brisa cuando anochece.
La compilación fue realizada por el año 1235. Entre los cien poetas de esta antología clásica, hay algunas mujeres sorprendentes. Ono no Komachi es la más interesante de todo el libro, famosa por su poesía y por las leyendas que surgieron en torno a su belleza. Se dice que era despiadada con sus amantes, como corresponde a toda mujer fatal.
Ayer, cuesta distinguir cuánto hay de mito y cuánto de verdad en esas historias. Su figura despertó el interés de todos los públicos y épocas, inspiró obras de teatro noh, manga y anime. Incluso Mishima escribió una obra de teatro noh moderna basada en ella.
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