Las elecciones primarias (según el Tribunal Supremo Electoral costaron alrededor de US$ 3,9 millones), efectuadas por primera vez en Bolivia el 27 de enero de 2019, elogiadas por unos y denostadas por otros, son un dispositivo principal de la democratización interna de las organizaciones políticas, sin embargo, la democratización es una etapa de un proceso más profundo, que es el desarrollo socio-político y la institucionalización de las organizaciones políticas.
Esta dinámica es muy embrionaria en Bolivia, es muy difícil sostener la idea de institucionalización de las organizaciones políticas (como estamos viendo actualmente) debido a que no existen entidades políticas permanentes y que desarrollen las funciones que les corresponde, como la formación de cuadros y la afirmación de valores democráticos.
Los partidos políticos casi siempre aparecen un poco antes de las elecciones, luego desaparecen de la escena política. Las agrupaciones ciudadanas y los pueblos indígena originario campesinos, por ejemplo, surgen únicamente en los procesos electorales, no son organizaciones permanentes y mucho menos institucionalizadas, no desarrollan una vida interna ni promocionan liderazgos.
Estas debilidades afectan incluso a los partidos políticos que tienen una importante presencia en la Asamblea Legislativa Plurinacional. En honor a la verdad, en Bolivia no existen partidos políticos institucionalizados, esto es, partidos con una estructura, normas y procedimientos, transparentes, permanentes y duraderos.
Lo que existe son protopartidos o “taxi” partidos que solo cumplen formalidades, como son los estatutos exigidos por la autoridad electoral. Este estado de cosas pone muchos obstáculos a cualquier intento de institucionalización, no obstante que las elecciones primarias (deslucidas) tuvieron justamente ese propósito.
En el mejor momento de institucionalización de los partidos, en la década de los 90 del siglo pasado, cuando fueron reconocidos por la Constitución y regulados por una Ley especial, un partido (Movimiento Nacionalista Revolucionario) intentó democratizarse abriendo la elección de sus autoridades a la ciudadanía, posteriormente le siguieron otros partidos, pero cuyos resultados casi nunca gozaron de legitimidad.
Por lo descrito y pese a los “buenos deseos” de los gobernantes de turno, la democracia electoral funciona de tumbo en tumbo, con pocas certezas y muchas incertidumbres, lo que pone en la mesa del debate la tesis institucionalista de la necesidad de contar con partidos políticos robustecidos para la vigencia de la democracia.
A propósito, el ex primer ministro del Reino Unido Winston Churchill indicaba alguna vez que la democracia, pese a sus defectos, abusos, injusticias y corrupción, seguía siendo el único sistema que garantizaba (aunque con falencias) los derechos humanos, la igualdad de oportunidades y la participación ciudadana, siendo estos últimos puntos los pilares más importantes de este modelo o sistema político.
El abogado y politólogo mexicano Jaime Cárdenas sostiene que se construye instituciones democráticas en periodos de transición a la democracia, o también en democracias consolidadas, cuya finalidad es profundizar (reconocer, proteger, garantizar) derechos humanos y establecer mecanismos para que los gobernantes rindan cuentas, actúen responsablemente, que los poderes se mantengan en equilibrio y otros.
Quizá Bolivia y muchos otros países hayan desarrollado características no institucionales compatibles con el funcionamiento de la democracia. Solo un estudio serio de las organizaciones políticas podría proporcionar alguna certidumbre como tal. Al parecer, esta necesidad no ha despertado aún el interés de los actores de la democracia.
El autor es Politólogo - Abogado y docente de la Unifranz.
rolincoteja@gmail.com
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |