Recuerdos del presente
En 1545, cuando, según la leyenda, Diego Huallpa “descubrió” la plata de Potosí mediante una inverosímil fogata, comenzó en esta región la historia que consiste en que la gente le arrebata a la pachamama los minerales que contiene. Luego se inventarían los Imperios y los Estados.
Doscientos años antes, los quechuas habían encontrado el yacimiento y lo explotaron para el Inca, pero mucho atrás, en el año 1000, los tiwanacotas habían comenzado a sacar plata del cerro en forma de teta más famoso del mundo, según la revista Science, a la que nadie ha prestado atención en Bolivia.
No se sabe cómo se administraba la explotación de la plata durante el reinado tiwanacota, pero sí se sabe que el Inca quechua lo quería todo para su corte, que luego sería derrotada por 168 españoles llegados en 1532 desde Panamá.
Los quechuas explotaban el cerro en nombre del Inca y luego los españoles lo explotaron en nombre de Carlos V, todos ellos molestos con los ladrones de mineral, que fueron una constante.
Tantos años después, el gobierno boliviano, plurinacional y multilingüe, sigue enfrentado a los ladrones de mineral, en nombre de un Estado que proviene de otras actividades económicas ilegales, lo que es una paradoja.
Autoriza cocales ilegales, importaciones ilegales, incendios ilegales, pero no acepta explotaciones ilegales de mineral.
Menos mal que está la fundición de Vinto, adonde van a dar todos los minerales de estaño que se explota en Huanuni, ya sea por parte de la empresa estatal Comibol o por parte de todos los ladrones de mineral que operan allí, como todo el mundo lo sabe.
El robo de mineral en Huanuni es una institución antigua. Ha “permeado”, como se dice, a todas las instituciones del “Estado boliviano”. La mina es tan grande que da para que, en ciertos horarios, sea explotada, formalmente, por la empresa del Estado boliviano, y en otros por todos los demás, es decir todos, empleados y trabajadores de Comibol, policías, militares, y jueces de yapa.
El actual Estado reclama el derecho de ser el propietario de todos los bienes que existen en el territorio. Hasta para sacar arena de los ríos hay que pedir permiso al Estado.
Esta es una antigua guerra entre la gente y los Estados que reclaman el derecho a ser propietarios de todo. Cuando no existían los Estados, todo era mejor. Los Estados son la propiedad privada de los burócratas del partido, según Lenin.
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