Economía de palabras
El gobierno aprobó, a pocos días de las elecciones, un nuevo regalo para los oficiales de las Fuerzas Armadas, que ya gozan de ocho bonos y se jubilan con 100% de sus salarios. Es una especie de regalo de Navidad adelantado.
Se trata de una provisión adicional de alimentos, en cantidades suficientes para tres familias a cada uno de ellos, y se lo anuncia ahora. Eso, para los oficiales de bajo rango. Los comandantes tienen otro tratamiento, un tratamiento VIP.
Algo parecido hace Nicolás Maduro en Venezuela, pero él lo hace para asegurarse la lealtad de los militares, de los miembros de la guardia bolivariana y de los milicianos. Además de permitirles que sigan llevando la gasolina que queda en Venezuela a Colombia y de esa manera tengan mayores ingresos. Las fronteras son siempre un buen lugar para que los gobiernos premien a los militares, como lo practicó Alfredo Stroessner en Paraguay.
En Bolivia no es muy diferente. Los militares designados en las fronteras están contentos. Sólo se molestan cuando los contrabandistas les hacen emboscadas o les obligan a retroceder, ante lo cual ellos reaccionan incendiando algunos camiones cargados de contrabando de importación. No han recibido instrucciones precisas para el control del contrabando de salida, pero ellos están tranquilos porque de eso se ocupan los carabineros chilenos.
Pero tienen también sus obligaciones los militares bolivianos, de las creadas por el actual gobierno. Son condiciones nuevas, que responden al proceso de cambio.
Se sabe que el oficial que quiere llegar a ser comandante del ejército y de las Fuerzas Armadas debe haber cumplido funciones en el Chapare. Es lo que se dice sine qua non.
No se ha incorporado esa condición en el reglamento de las Fuerzas Armadas, pero se la cumple sin fallar. Ninguno de los comandantes designados en estos años del gobierno del MAS ha dejado de estar en el Chapare. Sobre cómo se comportaron en esas funciones, nada se sabe, pero allí estuvieron. Y fueron premiados.
El hecho de que este nuevo regalo les llegue a los militares antes de las elecciones no tendría que despertar sospechas. Que se sepa, no hay ninguna posibilidad de que algún general tenga pensado regalarle un día de gloria a la Patria, como se decía antes. Salvo que alguien supiera otra cosa.
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