Los incendios forestales de la Chiquitania que avanzan sin tregua han consumido más de 2.000.000 de hectáreas, arrasando bosques, pastizales, sabanas y vegetación silvestre. Se calcula en un dígito pasmoso el número de animales selváticos muertos y de floresta típica. El fuego ha dado fin a los pequeños cultivos de los habitantes lugareños, que les permitía su diario sustento. Un cálculo conservador fija la inclusión de unas 600 familias afectadas y 300 damnificadas en sus viviendas. Se han iniciado evacuaciones en los lugares más comprometidos por las llamas.
A medida que pasa el tiempo sin que se vislumbre un considerable apagón de los focos de calor, se vienen haciendo cada vez más evidentes las causas generadoras del desastre y de la cuantiosa riqueza perdida. Por una parte, la distribución de tierras a gente del occidente del país, mediante resoluciones expresas del INRA y de la ABT y, por otra parte, la ampliación de la frontera agrícola a favor de la agroindustria.
Por persona, los comunarios han recibido de 600 a 1.350 Ha en la provincia Velasco; a 1.550 Ha en San Ignacio; a 1.350 en San Rafael; en las provincias Chiquitos y otras vecinas 26.157 a la Central Única de Campesinos de Santa Cruz. Una mayoría de estas tierras abarcan reservas fiscales. Su distribución solo procede por motivos debidamente fundamentados y requiere ley aprobada por la Asamblea Legislativa Nacional.
Los motivos de estas distribuciones de tierras obedecen a los cálculos electorales del oficialismo para neutralizar sus cifras negativas de votos en la región, por lo que el reparto se intensificó en 2018 hasta marzo de 2019. No se tomó en cuenta la naturaleza boscosa de muchas de estas regiones, no aptas para la agricultura, ni la comprensión de los comunarios hacia un hábitat distinto del cual practican el “chaqueo”. Según las autoridades se trata de producir más alimentos para la población en aras de la “soberanía alimentaria”.
Pese a la considerable ayuda y aporte en personal especializado y al importante y numeroso material donado por varias naciones, incluida la acción de helicópteros tipo cisterna; del enorme avión especial Antonov de Rusia y la participación del Supertanker, y de unos 7.000 hombres entre bomberos nacionales y extranjeros, brigadistas, voluntarios y efectivos del Ejército y la Policía los incendios están ganando la partida. Hay denuncias con gran viso de evidencia de que los comunarios asentados se encargan de volver a encender fuegos que ya habían sido apagados poco antes. Hay voluntarios que se han visto decepcionados por esa actitud y han decidido retornar al interior del país.
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