El Tribunal Supremo Electoral (TSE) es el máximo nivel y autoridad del Órgano Electoral, cuya primera obligación es cumplir y hacer cumplir la Constitución Política del Estado (CPE). Pero, este compromiso es tan elástico que ha permitido escamotear los resultados del referéndum del 21 de febrero de 2016.
En efecto, en una suerte de alquimia jurídica, la ciudadanía se ha visto burlada en su decisión y los candidatos oficialistas están plenamente reconocidos para someterse a la voluntad electoral el 20 de octubre próximo.
Este acontecimiento por sí solo, permite dudar de la idoneidad del TSE, su comportamiento sinuoso y sus determinaciones hechas a medida del actual gobierno, restan cualquier atisbo de credibilidad en la monumental tarea de llevar a cabo las elecciones generales de este año y, más importante aún, garantizar que, en caso de perder el binomio Evo-Álvaro, se reconozca al eventual ganador.
Sin embargo, antes de conocer a los victoriosos y a los derrotados, el proceso electoral tiene varios componentes, entre éstos, aquellos que llevan información desde los electores hacia los candidatos y viceversa, entre ellos están las noticias y las encuestas.
Acerca de estas últimas, se conoció que el TSE ha prohibido la difusión de los resultados de una encuesta electoral, haciéndole un flaco favor al binomio oficialista, pues las redes sociales se han encargado de llevar estos datos a diestra y siniestra, en un flujo veloz y masivo que se ha visto atizado por la curiosidad propia hacia lo prohibido.
Se comprende, es más, hasta se puede ver con cierta indulgencia esta prohibición, contraria al Derecho a la Información que asiste al ciudadano que, por si fuera poco, está en la CPE, imagino que algún servidor público de alta jerarquía (oficialista, por supuesto), ha visto con una mezcla de asombro y molestia, que la diferencia en la intención de voto entre el primero y el segundo, ni es tan grande ni garantiza la victoria en primera vuelta, entonces, ese funcionario lleno de la lealtad que asegura la prebenda, ha ordenado al TSE que semejante despropósito no vea la luz pública. Por lo menos, hasta que se articulen las explicaciones del caso, algo así como el “virtual empate” entre “Bolivia dijo No” y “Bolivia dijo Sí”, tan propio de una inteligencia algebraica sólidamente fundada en la lectura de 40.000 libros.
Lo anterior no causa asombro, tal vez enfado, pero asombro, no. El TSE es un torpe equilibrista en el delgado hilo del poder, bamboleándose para agradar al dueño del circo, cada vez más exigente. Quizá por esta exigencia le ha hecho cometer un nuevo desatino.
El TSE publica en su portal digital, que el 30 de septiembre vence el plazo para registrar alianzas para participar en la Elección de Autoridades Departamentales, Municipales y Regionales. Cabe notar que ni siquiera se ha publicado la convocatoria, por tanto, no hay fecha para las elecciones subnacionales, peor todavía, algunos de los participantes en las elecciones de 2019, perderán su sigla como resultado de su escasa votación, luego, ¿qué validez tendrían las alianzas que puedan suscribir?
Una buena pregunta que merece igual respuesta.
El autor es ex Presidente de la Asociación de Periodistas de La Paz, Docente Titular de la Universidad Mayor de San Andrés.
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