Con justa razón, el pueblo colombiano se ve angustiado y preocupado por el “renacer” de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que, por convenios firmados con el gobierno, han cesado hostilidades y lo hicieron convencidos de las acciones que llevaron a cabo durante más de 50 años contra el pueblo colombiano y que han estado fuera de la ley y cuyas conductas han sido atentatorias contra los derechos humanos, las propiedades públicas y privadas y han sembrado el terror en su propio país.
Todo muestra, por las últimas acciones llevadas a cabo por el ELN de Colombia, que es dependencia de las FARC, que hay decisión para reimplantar acciones de terror en ese país; habría decisión por convenir nuevas alianzas con el narcotráfico y, por supuesto, llevar a cabo acciones terroristas, crímenes, asaltos, secuestros, asesinatos masivos, destrucción de bienes públicos y privados para reimponer al régimen terrorista de las FARC que, con seguridad, están pertrechándose y reclutando inclusive a personas que estén en desacuerdo con los convenios firmados con el anterior gobierno y que no siempre han satisfecho las expectativas de una parte de la población.
Lo grave de esta situación es que obliga al gobierno a reorganizar sus fuerzas anti-guerrilleras y hacer frente a las amenazas que surjan; no puede ni debe descuidar ni un instante las defensas que debe desplegar en todo el territorio colombiano para evitar acciones que, con seguridad, desplegará por todo el país el grupo que quiera reimplantar la “guerra criminal” que ha impuesto durante décadas y que significa miles de muertos y pérdidas de toda clase para Colombia. Un país que, además, cuenta con el apoyo, respeto y consideración de todos los países del mundo que en todo momento han tenido por el pueblo colombiano y que, de una u otra manera, han apoyado los “acuerdos de paz” firmados.
El mundo comprende al pueblo colombiano por haber superado situaciones de terror, sufrimientos, llanto y luto por la muerte de miles de sus ciudadanos; el mundo cree que Colombia merece vivir en libertad y democracia, ausente de situaciones de enfrentamientos y que llegue, sobre la base de sus valores y principios, a alcanzar las cimas del desarrollo y progreso. Es un mundo que ha observado, seguido y admirado cómo con tesón y voluntad un pueblo ha podido superar situaciones tan difíciles que se le presentaron por la actitud criminal de las llamadas “fuerzas revolucionarias” que solamente han causado grandes pérdidas económicas, destrucción de infraestructura y provocar la muerte de miles de jóvenes.
En la presente situación en que surgen amenazas y hasta se han producido hechos contrarios a las leyes y atentatorios contra Colombia, todas las naciones se sienten solidarias con su población y esperan que temores y angustias que sufren sean superados hasta concluir con quienes buscan la destrucción del país hermano.
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