La verdad, aunque duela
Bolivia se ha caracterizado a lo largo de su historia por respetar a sus gobernantes, a varios admirarlos, con otros disentir, pero siempre guardando cada quien su lugar. Pero en el transcurso de los años hemos ido perdiendo el respeto y consideración hacia nuestros gobernantes. Claro está que más de uno se lo merece y otros hacen lo posible para representar a cualquier cosa, menos a un mandatario democráticamente electo, devaluando su cargo y fomentando un populismo criticado en el mundo.
La investidura exige respeto, más si el cargo se debe a un mandato emanado del pueblo. Hasta 2005 hemos sido un país digno, honrado y respetado, en el que los gobernantes caminaban libremente dentro y fuera de nuestro territorio, sin temor a ser agredidos, sin guardaespaldas ni comitivas fuertemente armadas.
En ese sentido, los actuales gobernantes han quebrantado todas las normas de ética, decencia y apariencia en relación con la investidura del cargo. Todo empieza el 29 de diciembre de 2005, cuando el presidente electo de los plurinacionales inicia una gira de placer por 15 días, para festejar su reciente asunción al poder. Henchido de orgullo, visita Cuba, Venezuela, España, Francia, Bélgica, China, Sudáfrica y Brasil, a fin de expresar su agradecimiento a los mandatarios de dichos países por el apoyo “incondicional” brindado para la elección del “primer presidente indígena” a nivel mundial. El hecho más vergonzoso de esta travesía fue la gran humillación que sufrió el señor Morales, al ignorar todas las normas y protocolo internacional de los mandatarios de Estado. Lo descrito es el inicio del irrespeto a su investidura y por añadidura al pueblo boliviano.
A finales de 2006, el Presidente, en una de sus declaraciones públicas, al referirse a la promulgación de leyes, decretos supremos y otros documentos de importancia que deben ser firmados por su persona, con excesiva simpleza dijo, textualmente: “Yo le meto nomás (refiriéndose a su rúbrica), total, los abogados están para arreglarlo”. Se trata de una bravuconada que hemos soportado en los últimos 14 años de su mandato. Tiempo en el cual los gobernantes de turno han conculcado y vulnerado en forma sistemática la Ley 1.178 de la Administración y Controles Gubernamentales y sus reglamentaciones.
Aprovechando la postura del primer mandatario, sus acólitos por “lealtad, fe y sumisión depositada en el jefe” han hecho y desecho de nuestra Patria en el ámbito social, económico y político. Al respecto, detallamos las actitudes más relevantes:
- El clan García Linera, comandado por el guerrillero Raúl, “metiéndole nomas” ha transformado sigilosamente su situación económica, al extremo que en la actualidad deben ser una de las familias más adineradas de la región. Aprovechando tal situación, el Vicepresidente si bien ignora la aritmética, divulga necedades como: “en la actualidad todos los bolivianos tienen 4.000 $US en su bolsillo…”. Esas humillaciones al pueblo son frecuentes.
- El Ministro de Finanzas y sus secuaces, camuflándose en el Banco Central de Bolivia y los programas de la Presidencia, han despilfarrado alrededor de 400.000 millones de $US, dejando a nuestro pueblo en la indefensión económica, con gravísimas consecuencias para el futuro de la nación.
- El Ministro de la Presidencia, diestro estratega militar, apasionado por los camiones de alto tonelaje, ha metido sus manos en los departamentos de Beni y Pando, arrebatando el poder al cacique Fernández, después de una cruel muerte de 34 conscriptos. Concluida la batalla, se instala en los feudos citados, implementando “sin fiscalización” varias empresas extractivitas y exportadoras de oro (EBO), almendra y derivados (EBA), madera y otros de la selva boliviana...
- El Ministro de Gobierno, sin parpadear y científicamente, sin miedo a la delincuencia, criminalidad, narcotráfico… ha esclarecido “más del 100%” de los casos que se ponen al frente. Ha destruido todos los cárteles y sindicatos delictivos u opositores al gobierno... Lo más llamativo, en esta repartición del Estado, es que todo el dinero, fábricas y bienes incautados al narcotráfico y ramas anexas han sido incinerados entre gallos y medianoche, para no dejar huellas ni perjudicar futuras investigaciones judiciales o policiales. Según últimos datos, que se hallan en pinacotecas, el monto confiscado durante los 10 últimos años alcanza a los 30.000 millones de $US.
- Ni qué decir de los demás ministros, incluyendo a los jerarcas de la Asamblea Legislativa, todos ellos “le meten nomás”, pero el que se lleva la flor es el hijo del creador de los gastos reservados en la época de Goni, hoy a cargo del Ministerio de la Propaganda, a tal extremo llegó su servilismo que declaró que: “el incendio de la Chiquitania fue por culpa del fuego, no así del Presidente, porque él no conocía la ley 741 ni el DS 3.973 de 2018, que autorizan los desmontes y colonización de la región y otras extensiones del Beni...”. Qué descaro, eso se llama irreverencia al pueblo boliviano.
Faltan 30 días para liberarnos del yugo y la tiranía…
El autor es Docente Universitario.
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