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La primera central nuclear flotante arriba a puerto tras navegar 5.000 Kilómetros, causando temor y alivio



Akademik Lomonosov es un barco mercante de 21 toneladas, 144 metros de largo y 30 metros de ancho, que transporta una central nuclear.

Ya ha navegado 5.000 Kilómetros durante un año recorriendo norte de Rusia, en el Ártico, para llegar a Pevek, una remota ciudad del distrito autónomo de Chulotka, en Siberia.

Esta central nuclear flotante no dispone de ningún motor de empuje, así que tiene que ser remolcada por varios barcos. Tampoco ha transportando combustible nuclear la mayor parte del tiempo, porque para llegar a Pevek desde San Petersburgo ha tenido que atravesar aguas de Finlandia, Noruega, y Suecia.

Una vez en territorio ruso ha recogido la carga nuclear en la ciudad de Murmansk y ya ha arribado a Pevek, en donde sustituirá una vieja central nuclear de Bilibino, también sustituirá a la aún más vieja central térmica de Chaunskaya, en funcionamiento desde hace 70 años. El Akademik Lomonosov es una central nuclear flotante equipada con dos reactores nucleares KLT-40S que generan una energía eléctrica de 70 MW, y una energía calórica de 50 Gcal/h. No es una capacidad energética elevada, pero es suficiente para abastecer a los 100.000 habitantes de la ciudad de Pevek, que se iban a quedar sin electricidad porque las centrales nucleares de la zona ya son demasiado viejas, y construir una nueva resulta muy costoso.

Asociaciones ecologistas critican que una central nuclear flotante es mucho menos segura que una convencional, porque está expuesta a tormentas y otros peligros asociados a un barco. Y si se produce un accidente la contaminación podría ser mucho más grave que en tierra, debido a la acción de las corrientes marinas. Por su parte las autoridades rusas argumentan que esta central nuclear flotante permitirá cerrar las centrales viejas, y evitará la contaminación por combustión que supondría extraer electricidad de centrales térmicas, petróleo y otros medios.

Los habitantes de Pevek han recibido el Akademik Lomonosov con una mezcla de temor y alivio. Alivio porque tendrán electricidad garantizada el tiempo que el barco esté atracado allí. Y temor porque a nadie le gusta tener una centrar nuclear en la puerta de casa.

La perspectiva de un Titanic nuclear, o un Chernobyl en el hielo, como lo ha llamado Greenpeace, es demasiado aterradora como para pensar en ello. Pero eso es lo que ocurriría si el Akademik Lomonosov, la primera central nuclear flotante del mundo, se hundiera en el mar o sufriera un accidente o un atentado.

 
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