EL DIARIO: de la asfixia a la vida

La Asociación Nacional de la Prensa de Bolivia (ANP) sugirió un diálogo entre el sistema impositivo y EL DIARIO, a fin de encontrar salidas para este matutino que soporta una prolongada asfixia.

EL DIARIO informó que la administración tributaria generó un aviso de deuda y que los ejecutivos del periódico ofrecieron un pago consistente en productos hace 18 años, en que fue rechazada la monetización de aquella mercadería.

EL DIARIO, en 113 años de circulación sobrevivió a tendencias ideológicas, a intereses políticos, a chantajes y amenazas. En suma, sobrevivió por el prestigio que le confiere la opinión pública nacional e internacional, al informar y generar opinión con base en noticias ceñidas a la verdad, sustentadas en fuentes de crédito reales.

Este es el pecado más grave cometido y por tal razón, en más de una centuria, EL DIARIO vive con una espada de Damocles que intenta cortarle la existencia, pero hacerlo significaría también la muerte civil e histórica de los que, por turno, por jerarquía de poder político o por anular la “competencia”, lograran cortar la cabeza pensante de esta casa periodística.

Es muy posible que tal Diariocidio, no acabe con EL DIARIO y que, para colmo, el obituario de sus enemigos sea difundido en las largas y grandes páginas del matutino cercano a las 12 décadas. Verdadero Matusalén de la prensa escrita.

La sugerencia de la APN, a mi juicio, es oportuna, pero, sinceramente, le falta fortaleza, pues, EL DIARIO, siendo fundador de esta institución, merece un respaldo que vaya más allá de las buenas intenciones y haga de la solución, una meta.

Si bien las sugerencias en algo cuentan, pueden caer en saco roto y en tal posible contexto, no hay como un plan inteligente que encamine a la parte contraria a entrar en el fructífero campo de las soluciones, en bien del nombre del Estado boliviano.

Podría ser, también, que el sistema impositivo cambie de rumbo y dé una oportunidad a EL DIARIO para que pase de la asfixia a la vida. En tal situación, la prensa nacional y mundial sopesaría que el Estado boliviano y sus instituciones respetan a este aún frondoso árbol más que centenario, por su profundas raíces en las que su savia está alimentada por la verdad, guste o no, pero que, en última instancia, es en este caso patrimonio de EL DIARIO y de sus lectores.

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