Más de siete millones de ciudadanos bolivianos decidirán la suerte del país en las elecciones generales del mes venidero. Hombres y mujeres, mayores y jóvenes, se pronunciarán en las urnas, conforme estipulan las disposiciones legales al respecto.
Que lo hagan pensando en el presente y futuro de la Patria, que nos legaron nuestros mayores en 1825. Ella que requiere hoy del esfuerzo y ahínco de sus hijos para avanzar hacia un destino mejor.
Priorizando, ahora más que nunca, la unidad nacional, lejos de las rencillas regionalistas que no hicieron otra cosa que dividirnos, fraccionarnos y debilitarnos, entre occidentales y orientales. “Oh kolla incapaz, quien te conoce…”, canturreaba, recordemos, una autoridad edil cruceña, muy conocida por sus despropósitos, con una actitud discriminatoria y de menosprecio. He ahí un signo propio del desencuentro de quienes han nacido en esta tierra.
Lejos, en lo posible, de la bronca política y del infructuoso debate ideológico, que, en dictadura y democracia, nos han enemistado, generando, inclusive, “ríos de sangre”. Las cicatrices aún no han cerrado pese el transcurso de los años.
Sopesando, debidamente, las ofertas electorales de supuestos izquierdistas y derechistas, si es que se han dignado a difundirlas para conocimiento de los sufragantes. Y aquéllas que coincidan con los supremos intereses nacionales merezcan ser tomadas en cuenta.
Que el voto de los siete millones de compatriotas contribuya a la profundización de la democracia de cara al Siglo XXI. Que se constituya en una decisión política a fin de buscar la consolidación de las libertades ciudadanas y el respeto, en particular, a los Derechos Humanos. Y que las ideas e ideales de tinte disidente, contestatario u opositor, no sean objeto de intimidación ni persecución. Que las personas sean libres para pensar, libres para opinar y libres para actuar. Ello ratificará la convivencia civilizada que tanto anhelamos.
Que a partir de octubre del 2019 tendríamos que ir extremando esfuerzos, para el encuentro de una situación nacional diferente, con mayores empleos u oportunidades, evitando, de tal modo, la frustración de nuestros jóvenes. Para disminuir los índices de inseguridad ciudadana y la delincuencia, tratando de disminuir la pobreza que lastima a numerosas familias. Y que las aulas escolares vuelvan a poblarse en el campo.
Aquel conjunto de electores, que suma alrededor de 7.315.364 personas, está conminado, en este momento tan decisivo, a escoger la opción política más conveniente para Bolivia, en los comicios de octubre. Si se equivoca, la historia lo condenará y el país lo repudiará. Así de simple y sencillo.
En suma: Dios bendiga a Bolivia, en esta hora crucial.
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