Con una energía que se asemeja a la de un joven, lleno de vida, así se notó a Rolando Vargas, uno de los sobrevivientes del accidente de Viloco, ayer se recordó los 50 años del hecho.
“Tuve la oportunidad de ser el último en jugar con mis compañeros”, dijo el cruceño ayer en el acto que se celebró en la calle Colón.
“Es un orgullo estar aquí, si recordamos los 50 años, espero recordar los 100”, dijo con una sonrisa.
“Le di una gambeta a la vida”, manifestó Vargas, quien recordó que no tomó el vuelo debido a su lesión en la pierna.
Vargas considera que este destino le dio un segundo aire, “un motivo más para seguir adelante”, por tal motivo su alegría, el de seguir con vida “y con la oportunidad de contar la historia del Tigre de antaño”, “Mi Tigre que tanto amo”, recordó.
Finalizó con el grito característico de “Chupa Riveros”, pero con un “Que viva por siempre”.
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