Bolivia no es comunista

El resultado de las elecciones generales va a demostrar a la opinión pública mundial que Bolivia no es un país comunista. Solo por azar del destino estamos integrando un grupo de países que se denominan socialistas o de tendencia comunista, con apoyo de potencias como China y Rusia, formando un bloque, cuyo objetivo político es seguir la ideología establecida por Marx y Lenin y que auspicia la toma del poder.

En Latinoamérica forman el grupo comunista países como Cuba, Venezuela y Nicaragua, al cual se añade Bolivia, por decisión de sus actuales gobernantes. Este bloque está en franco antagonismo político con EEUU, que integra el grupo de países con democracia representativa.

En la Argentina, el kirchnerismo encabezado por Cristina Fernández, el Partido Justicialista (peronista) y el Frente Renovador, agrupados en el Frente de Todos propician la candidatura de Alberto Fernández, que en elecciones primarias ganó en primera instancia al actual candidato Mauricio Macri de la fórmula Juntos por el Cambio. Consideran varios analistas que esa victoria pone en riesgo la democracia argentina.

En Nicaragua manda el dictador comunista Daniel Ortega. En Brasil, el ex presidente comunista Inácio Lula Da Silva purga sus delitos de corrupción en la cárcel. Lo más grave es la cercanía del presidente boliviano con la Cuba comunista, que incluso desplaza médicos a cualquier país amigo de su doctrina. También son alarmantes los vínculos del dictador venezolano Nicolás Maduro con el gobierno boliviano. Maduro lleva su política a un extremo, pero Bolivia sin reparos apoya la política dictatorial del venezolano, que va en contra de la democracia latinoamericana. En esta situación, Bolivia se ubica en el área de influencia comunista, porque actualmente tiene vínculos con países como China y Rusia, por lo que la opinión pública nacional e internacional consideran a nuestro país como comunista, lo cual preocupa a la ciudadanía boliviana.

Es que los vínculos políticos con Cuba y Venezuela repercuten en la política internacional, especialmente en relación con Chile, que ya ha definido que con el actual Gobierno de nuestro país no va a haber conversaciones sobre el problema marítimo, seguramente porque estamos alineados en el bloque de países de izquierda. Así lo hizo saber el presidente Sebastián Piñera, quien expresó que la línea política de Bolivia no la comparte y prefiere esperar la elección de un presidente demócrata. Entonces las posiciones están dadas, no habrá conversaciones sobre el mar con Bolivia.

Mientras tanto el alza de tarifas por parte de la Terminal Portuaria de Arica (TPA), aplicado a partir del 5 de agosto, implica graves problemas para el flujo de la carga boliviana. Además se señala que el comercio por el Perú con el puerto de Ilo no es la solución para Bolivia, por muchos problemas de tráfico y carga.

Sin embargo tampoco creemos que se hayan cerrado definitivamente las conversaciones sobre el mar para Bolivia, pese a que el fallo de La Haya no obliga a Chile a ese acercamiento. Creemos que la Cancillería chilena después de una tregua pondría reanudar esas charlas. Reiteramos, mucho depende de la línea política que asuma el nuevo gobierno boliviano.

El autor es Profesor Emérito de la UMSA.