Cepal
La crisis económica mundial que afecta a la mayoría de los países, ha provocado que la reducción de la pobreza así como la desigualdad se desaceleren, según la presentación de la directora de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, en la ciudad de México.
La reducción de la pobreza y la desigualdad se ha desacelerado y estancado en años recientes, dice en la presentación del documento Nudos críticos del desarrollo social inclusivo en América Latina y el Caribe.
Sostiene que se tiene que sacar a 184 millones de latinoamericanos y caribeños de la pobreza y de la desigualdad. Para ello buscan una nueva generación de políticas sociales, que sea más transversal, más universal.
Según el Panorama Social de América Latina, 2018 (CEPAL, 2019a), en 2017 el número de personas en situación de pobreza en América Latina llegó a 184 millones, equivalente al 30,2% de la población, al mismo tiempo que el número de personas en situación de pobreza extrema aumentó a 62 millones y llegó a representar el 10,2% de la población.
De acuerdo con las estimaciones de la CEPAL, entre 2002 y 2014 la pobreza y la pobreza extrema se redujeron considerablemente en la región: la pobreza bajó del 44,5% al 27,8% y la pobreza extrema disminuyó del 11,2% al 7,8%, con un ritmo de caída más acelerado en la primera mitad del período.
No obstante, entre 2015 y 2016 se registraron incrementos sucesivos de las tasas de pobreza (en las áreas urbanas) y pobreza extrema (tanto en las áreas urbanas como rurales), que representaron un retroceso significativo, sobre todo en el caso del segundo indicador.
Las cifras de 2017 indican que se produjo un incremento adicional de la pobreza extrema (de 2 millones de personas, en términos absolutos) y una estabilización de la tasa de pobreza registrada en 2016.
La tendencia registrada entre 2014 y 2017 en la región no fue homogénea en los distintos países; según la medición de la CEPAL, la mayoría de los países siguieron reduciendo la pobreza y la pobreza extrema, aunque a ritmos muy leves.
Entre 2012 y 2017, la variación del ingreso medio de los hogares fue el efecto dominante en los países en que la pobreza disminuyó a un ritmo más acelerado (un 5% anual o más), en los que representó más de dos terceras partes del descenso total de la tasa de pobreza.
Los ingresos de los hogares provienen de tres fuentes: el empleo, las pensiones contributivas y no contributivas, y transferencias monetarias y otros ingresos (como los provenientes de la propiedad de activos y el alquiler imputado por vivienda propia), incluidas las remesas de trabajadores migrantes.
En algunos países el aumento del ingreso de los hogares pobres provino principalmente de la variación de los ingresos laborales. En otros países, las pensiones y las transferencias (públicas y privadas, incluidas las remesas) cumplieron un papel preponderante.
A pesar de la diversidad de las situaciones nacionales en lo referente a los niveles de pobreza, los países de la región comparten rasgos en común: tanto la pobreza como la pobreza extrema tienen una mayor incidencia entre las mujeres que entre los hombres; la pobreza tiene rostro de niño y niña (en 2017, un 46% de los niños, niñas y adolescentes menores de 15 años vivían en situación de pobreza, frente a un 30,2% en el caso del total de la población, y mientras que 1 de cada 10 personas está en situación de extrema pobreza, casi 1 de cada 5 niños está en esa grave situación).
Entre 2002 y 2017, la desigualdad en la distribución del ingreso en América Latina, expresada mediante el índice de Gini, se redujo de 0,534 a 0,466, lo que es un resultado significativo. Sin embargo, el ritmo de la disminución entre los años 2014 y 2017 se ha enlentecido.
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