La Iglesia Católica, al hacer suyas las angustias y preocupaciones del pueblo por los incendios producidos en la Chiquitania, debido a disposiciones legales que autorizaron esos hechos, ha expresado que el gobierno está obligado a decretar emergencia nacional por los desastres. Pero el gobierno, con persistencia inexplicable, niega toda posibilidad de disponer la medida que clama el pueblo y que la comunidad internacional espera para incrementar su apoyo y contribuciones solidarias.
En últimas intervenciones la Iglesia ha expresado que es preciso “salvar los pulmones de la humanidad” porque, innegablemente, el fuego extermina el aire, lo intoxica, destruye la atmósfera, anula plantas, árboles que contienen gran cantidad de oxígeno y son, en definitiva, pulmones del hombre. Muchas veces, ante incendios habidos en otros países o regiones del mundo, el clamor ha sido a favor de que terminen estas desgracias, porque las consecuencias del fuego, el humo, las cenizas y otros elementos nocivos alteran totalmente la atmósfera y le restan posibilidades de vida al planeta. Es que todos esos elementos son trasladados por vía aérea a todo el mundo que no tiene fronteras o atajos para evitar la presencia de aires contaminados.
El haber perdido ya más de 5 millones de hectáreas, haber muerto varios voluntarios por efecto de los incendios y la muerte de millones de animales debería ser motivo para que las autoridades de gobierno decreten emergencia por el desastre nacional. Sin embargo, hay resistencia a ello inclusive considerando que “todo es circunstancial, que el fuego concluirá en poco tiempo y que no es necesario adoptar medida legal alguna como la emergencia”. Extraña actitud que no tiene explicación lógica alguna y deja a la población indemne ante el desastre que podía ser paliado o concluido en corto tiempo, siempre que se cuente con todos los elementos precisos para apaciguar la voracidad de las llamas que se propagan por acción del aire, que en esta época del año tiene mucha intensidad.
El hecho de que sigan los incendios en la Chiquitania da lugar a que se presenten nuevos focos, como es el caso de la cuesta de Sama en Tarija, alguna región del Madidi, región de los Tipnis y no sería raro que se note presencia de fuego por efectos del calor y los vientos en cualquier otro sitio del país. Todo ello dificultaría las acciones de combate, por el hecho de que se diversificarán las operaciones de contención del fuego y las posibilidades son escasas, pese a la acción de los bomberos y, en gran medida, de voluntarios que inclusive han llegado de países como Argentina, Francia, Chile y otros.
Es urgente, pues, haciendo eco inclusive al pedido de los obispos de la Iglesia, que el gobierno apruebe la medida de declarar emergencia nacional o, por lo menos, explique las razones lógicas que le asisten para no aprobar una medida que debió aplicarse en el inicio de la mayor desagracia que sufre el país.
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