Conversaban dos venerables personas en el transporte público y no lograban ponerse de acuerdo sobre el candidato a quien le darían su voto en las próximas elecciones nacionales. Era una charla amable y amena, contrariamente a lo que sucede en otros sitios donde incluso llegan a insultos soeces y alguna vez a los golpes. Educados, concordaron en lo siguiente. ¡A ver, quién propone mejor!, exclamó uno, y el otro asintió indicando “tienes razón porque hasta ahora no estamos oyendo las propuestas concretas que todos quisiéramos escuchar”.
Esa charla dio pie a quienes oían, a pensar y opinar del mismo modo, y a su turno, cada pasajero, sea varón, mujer, joven, adulto, anciano, empezó a lanzar lo que tenían en el fondo de su mente.
Esto decía uno de ellos: ¿Quién podrá proponer restituirnos el cien por ciento de jubilación, y que no sólo sean los militares los que gocen de ese privilegio?; porque se da el caso que el Estado puede dar un porcentaje, y el saldo lo que antes eran nuestras Cajas Complementarias, que debieran ser recuperadas, como dijo un experto.
¿Quién y cómo podrá cumplir con la creación de empleos reales que buena falta nos hacen, sobre todo a los jóvenes que ahora caminan con cara de incertidumbre e insatisfacción?; claro que si no fuera por el trabajo informal estaríamos fritos, pero es mal pagado y de virtual explotación, acotó un compañero de viaje.
¿Quién podrá garantizarnos verdadera seguridad, porque ahora ya no hay policías en las calles, como otrora cuando iban en parejas rondando por barrios de la ciudad?; hoy brillan por su ausencia, y siempre dicen que es por la falta de más personal, acotaron otros.
¿Quién podrá garantizar que jueces y fiscales cumplan con su función en forma equitativa, digna, y bajo el imperio de la ley; y cómo podrán hacerlo porque la mayor parte de esos juristas dejan mucho que desear?; sí, pues, intervino un pasajero, nomás recordemos tantos cuentos y escritos, como de don Antonio Paredes Candia, que demostraba que esos leguleyos siempre han adoptado sus decisiones y sentencias porque de por medio o por debajo existe la “comisión”, a lo que asintieron otros pasajeros.
¿Quién podrá garantizar que todos pagarán impuestos, que la cultura tributaria será una realidad, y que no habrá gruesos sectores que engordan porque no pagan sus tributos?; sí, se da el caso de que el contrabandista hasta tiene status social, ya que aparece como un triunfador en la vida, con casas, autos y dinero, y muchas personas lo toman como un ejemplo para sus hijos, a quienes les dicen “ya ves, tienes que ser como don Pancho, que tiene mucho dinero y vive bien”.
El minibús se acercaba hasta el lugar donde yo debía descender, tuve que hacerlo, pero escuché al conductor que vociferaba “esta gente no aprende y quiere que vuelvan los de ayer cuando nosotros -los transportistas- estamos bien”, a lo que alguien respondió “sólo ustedes los dirigentes, pero no todos los maestros del volante, porque son asalariados”. Deploré de veras el no poder continuar escuchando cada criterio sano que exponía nuestra gente, a la que indudablemente deben escuchar con atención todos los candidatos que pretenden hacerse del sillón presidencial, porque sólo así podrán servir de veras al pueblo y al país, vale decir, atendiendo sus verdaderas necesidades y aspiraciones, y no sólo por apetitos personales o por angurria, que es lo que ya nadie quiere.
Y claro que hubo muchas más preguntas en ese vehículo del transporte público sobre los desocupados, las filas por las madrugadas en los centros hospitalarios, los enfermos con cáncer, los niños que piden limosna en las calles, el maltrato a las mujeres, los feminicidios, el aborto, el narcotráfico, etc., pero que, con seguridad, las conocen quienes tercian en estos comicios, ante lo cual están llamados a responder. ¡A ver quién propone mejor!
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