El Análisis de InSight Crime establece el repentino incremento en la producción de coca que ha motivado aumento de la población de 15.000 a 40.000 habitantes. Este auge demográfico es acompañado de un aumento de la inseguridad.
El aumento de los cultivos de coca alrededor de un parque nacional en la frontera de Perú con Bolivia ha ido de la mano con el deterioro de la seguridad en la región, así como con un cambio en el trasiego de drogas por vía terrestre.
Residentes y autoridades locales informaron de unas 600 hectáreas de cultivos de coca en el Parque Nacional Bahuaja Sonene, selva tropical en el sureste de Perú, que se sitúa en el departamento peruano de Puno, informó El Comercio.
Un informe de 2017, emanado del programa de monitoreo de cultivos ilícitos de la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (Onudd), registraba apenas unas 200 hectáreas de coca sembradas dentro del parque. En forma paralela, se informó de otras 100.000 hectáreas de cultivos en las inmediaciones del parque, un incremento del cuádruple en relación con el informe de 2017.
ESTUDIO
El Análisis de InSight Crime establece el repentino incremento en la producción de coca ha motivado un aumento de la población en el vecino distrito de San Pedro Putina de Punco, de 15.000 a 40.000 habitantes. Este auge demográfico ha venido acompañado de un aumento de la inseguridad, como un mayor número de robos y asaltos. En ausencia de una estación de policía, los habitantes han optado por asumir ellos mismos la vigilancia de la zona.
La respuesta del Gobierno a la expansión de los cultivos ha consistido en una combinación de estrategias de erradicación con proyectos de desarrollo alternativo. En San Gabán se inició un programa para erradicar las plantas de coca en abril de este año, mientras que en otras regiones se han impulsado proyectos para el mejoramiento de la cadena productiva de cafés especiales y producción de cacao.
El repentino aumento de las hectáreas de coca en la selva y las zonas circundantes puede explicarse por su ubicación estratégica en la frontera con Bolivia. Aunque desde hace muchos años se ha identificado la importancia de la ruta de narcotráfico entre ambos países, esta se había caracterizado por ser una ruta principalmente aérea, en la que vuelos clandestinos salían de las selvas peruanas del interior del país hacia territorio boliviano.
El crecimiento de los cultivos en el área fronteriza puede indicar un cambio de dinámica, en la cual las rutas terrestres estarían cobrando mayor importancia. Los sectores de San Pedro Putina de Punco y San Gabán, que fueron identificados con el mayor crecimiento de hectáreas de coca, cuentan con varias rutas por donde pasa la droga fácilmente hacia Bolivia.
El país es un corredor natural para la droga peruana que busca llegar a otros países como Argentina, Paraguay y Brasil, el principal consumidor de cocaína de la región.
Por otro lado, el hecho de que las autoridades peruanas concentren sus mayores esfuerzos en las zonas tradicionales de producción de drogas como el Huallaga y valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), incentiva a que la coca prolifere en nuevas regiones potencialmente lucrativas para el narcotráfico como las fronteras con Brasil, Bolivia y en la cuenca amazónica.
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