La humanidad siempre recordará el 20 de julio de 1969, cuando aterrizó el primer módulo tripulado sobre la superficie de la luna. Cincuenta años más tarde, el 11 de abril de 2019, el mundo recibió la primera imagen de un agujero negro. En ambos casos, una mujer programadora fue la piedra angular para lograr estas hazañas, señala en su blog Dennis Sánchez, consultora en la División de Mercados Laborales del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La matemática Margaret Hamilton fue la encargada de desarrollar el programa informático esencial para que llegáramos a la luna y la doctora en Ingeniería y Ciencias de la Computación Katie Bouman logró captar una fotografía tomada a 50 millones de años luz de la tierra.
Gran parte del mérito de estas dos mujeres no está relacionado con alcanzar lugares en el espacio sideral, sino con algo mucho más terrenal: lograron encontrar un lugar en una ocupación principalmente desempeñada por hombres, señala la autora.
RETOS
El boom tecnológico ha cambiado la cultura y los estereotipos en el sector de ingeniería y ciencias de computación. Durante la década de los cincuenta, cuando la industria de computación era incipiente, las labores de programación y software se consideraban parte de la rama administrativa y por tanto eran principalmente las mujeres las que se dedicaban a estas labores.
Sin embargo, a medida que la ocupación dejó de ser vista como algo rutinario y administrativo, atrajo más profesionales e implementó exámenes de aptitud y personalidad que favorecieron ciertas habilidades en las que los hombres resultaban mejor posicionados.
Hoy en día, solo 3 de cada 10 trabajadores en el área de matemáticas y ciencias de computación en América Latina y el Caribe son mujeres. Este dato es incluso menor para Bolivia, donde solo 1 de cada 10 trabajadores en estos temas son mujeres, y en Ecuador y Paraguay, donde la cifra es cercana a 2.
A pesar de esa baja participación femenina, es importante destacar que esta ocupación es la segunda que más creció en cuanto al número de mujeres sobre el total de ocupados entre 2000 y 2015 (luego de técnicos de medios y comunicación).
Las mujeres que sí encuentran trabajo en estas áreas enfrentan otro reto: la diferencia salarial. En 2015, el salario de una mujer matemática o ingeniera en América Latina y el Caribe era de 4,79 dólares por hora, mientras que un hombre recibía 8,23 dólares por hora. Esta brecha salarial de 41 % es la más alta del mercado laboral. A más años de educación, la brecha salarial disminuye, pero persiste (entre los trabajadores con estudios de posgrado, la brecha entre hombres y mujeres baja a 13 %).
En 2015, el salario de una mujer matemática o ingeniera en América Latina y el Caribe era de 4,79 dólares por hora, mientras que un hombre recibía 8,23 dólares por hora.
MUJERES EN TECNOLOGÍA
Como lo señala la tercera entrega de nuestra serie El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe, especialista de computación es una de las ocupaciones que más ha crecido en la región.
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