A menos de tres semanas de las elecciones nacionales, cuestionadas por la presencia de un candidato que trata de prorrogarse en la presidencia del Estado -el dirigente cocalero Evo Morales Ayma-, la población votante tiene claramente definido el voto que depositará en las urnas, decisión que se basa, en alguna medida, en las encuestas o bien se orienta por su propia conciencia.
Las encuestas son de dos tipos: las numéricas y las lógicas, ambas valiosas; pero al parecer las lógicas, que favorecen a Carlos Mesa, son más exactas, mientras las numéricas, menos confiables, favorecen al candidato que representa al partido oficialista, Evo Morales. Las bases de datos de las encuestas lógicas son aquellas premisas de las que se obtiene las conclusiones respectivas y son las que enseñan a pensar en buena forma. No se fundamentan en datos numéricos o simplemente de lenguaje, sino se obtiene de deducciones, procedimiento mental imprescindible en estos casos.
En ese sentido, se considera los siguientes Indicadores originados en hechos de innegable realización. Entre ellos se observa que los cuatro referéndums realizados en años anteriores (para reelección, autonomías, etc.), fueron perdidos por el gobierno actual, creándose así una tendencia en la misma dirección para la fórmula Evo-Álvaro, la que podrá reflejarse el próximo día 20 y, por tanto, esta plancha no tendría el resultado optimista que muestran las encuestas numéricas.
Otro segundo indicador importante es que la elección está polarizada en dos corrientes partidarias, mientras las otras siete no tienen presencia objetiva, excepto la de Oscar Ortiz, que muestra cierta solidez localista. Así, los dos primeros candidatos monopolizan la mayor parte de la votación. En ese esquema general, la tendencia a favor del MAS se mantuvo o subió algo en relación con el 21F de hace tres años, pero la corriente de Mesa tuvo mayor repunte, debido a su apoyo a la sagrada decisión popular, a la novedad y el desgaste político del Partido oficialista, caracterizado por múltiples deficiencias, debido a contradicciones internas y externas, “metidas de pata” y, en particular, la creciente resistencia ciudadana expresada en fuertes movimientos sociales (marchas, huelgas, bloqueos), lo cual beneficia al principal candidato opositor.
A esas tendencias contra el MAS se suma el panorama político internacional que se inclina por la democracia y se aleja del populismo. La dictadura populista que es rechazada en Brasil, Argentina, Uruguay, Ecuador, etc. y el ostensible fracaso en Venezuela y Nicaragua, no auguran mucha esperanza a Evo. Esta tendencia no es menor en Europa, y en particular en Inglaterra, donde el pueblo defiende a brazo partido el referéndum que le dio éxito para retirarse del Mercado Común Europeo, mientras la oposición reaccionaria quiere desconocer ese referéndum y se rompe la cabeza contra el muro de cemento armado de la decisión popular, queriendo destruirla a como dé lugar. Inglaterra respeta el voto del referéndum del pueblo y no permite la menor desviación, lo cual acentúa las tendencias democratistas mundiales.
Entre otros indicadores están aspectos como el de la piscología colectiva. Hay cansancio de escuchar las mismas voces, ver las mismas caras y oír la repetición, como disco rayado, de los mismos argumentos y sofismas, que se han vuelto ridículos. Por tanto, la población no votará a favor de la fórmula del candidato oficial, no porque tenga o no un mal programa o una ideología absurda, sino por antipático.
Hay un aspecto de consideración. En el siglo pasado, en cinco oportunidades gobernantes empecinados trataron de eternizarse en el poder, pero los intentos fueron fracasos absolutos y, en todos los casos, resultaron expulsados a bala del gobierno por la oposición popular, porque en Bolivia la oposición a la prórroga en el poder es una ley, y la ley se cumple.
Se puede agregar que el oficialismo ha perdido la votación entre los campesinos y está por demás decir que no hay aceptación a la corrupción, narcotráfico, tendencias dictatoriales, despilfarro, elefantes blancos, etc., que han servido para la polarización del voto con el caso reciente, además, de Doria Medina, el incendio de la Chiquitania, la actualización de la derrota en La Haya que nos alejó del mar por erróneo planteamiento.
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