Mayores y jóvenes el 20 del presente mes decidirán la suerte del país, eligiendo a quienes se harán cargo de la gestión gubernamental 2020-2025, en más de 5.000 recintos de votación, habilitados por el Tribunal Supremo Electoral, según información de la prensa nacional.
Los primeros, y es bueno rememorar, caminaron con el “testamento bajo el brazo”, en las dictaduras. Y sin decir ni pío, porque vivían atemorizados, silenciados y arrinconados. Pero tuvieron agallas para arrancarle a la dictadura el sistema de libertades: la democracia. Obviamente que costó dolor, sangre y luto. Valió la pena, indudablemente.
Los segundos despertaron en democracia. Posiblemente escucharon hablar de la UPD, de la hiperinflación, de la escasez y carestía de alimentos. Asimismo del DS 21.060, de la relocalización de trabajadores mineros y de aquella frase pronunciada por el presidente Víctor Paz Estenssoro, que decía: “Bolivia se nos muere”. Algunos dicen que fue el inicio del neoliberalismo en el país.
Muchos jóvenes se informan de la realidad nacional mediante las redes sociales. Obviamente que tienen la capacidad de discutir sobre diferentes temas: corrupción, contrabando, inseguridad ciudadana, feminicidio, pobreza y otros tantos. Por lo visto, no hay alguna posibilidad para vender “gato por liebre”. Viven en un mundo que ha roto las barreras de la distancia y la incomunicación. Están actualizados de todo lo que ocurre a su alrededor y más allá.
“Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!”, ha compuesto el poeta de origen nicaragüense, Rubén Darío. “Adiós juventud, vida pasajera, de tanto florecer te vas marchitando”, reitera la copla popular peruana. De veras que “todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”, como dijo Eclesiastés.
Nuestros mayores que vivieron la dictadura y nuestros jóvenes que despertaron en libertad, y que maduraron políticamente en aproximadamente 40 años de vida democrática, están conminados a escoger la mejor opción, en la jornada electoral del 20 de octubre, priorizando, particularmente, los supremos intereses de la Patria y que represente a los once millones de bolivianos, que anhelan paz, progreso y unidad. Pues no desean el retorno de la intolerancia, de la confrontación y del derramamiento de sangre.
La verdad es que están preparados para asumir ese reto. Prueba de ello es que diferencian siglas y colores políticos. Conocen, por sus dichos y hechos, a los fariseos y falsos profetas. A quienes despiertan falsas expectativas u ofrecen el oro y el moro. Y llegado el momento incumplen, sin rubor alguno, todo lo prometido. O claudican a sus inquietudes político - ideológicas de origen.
Distinguen a los aspirantes a la primera magistratura de la Nación. Conocen la realidad que corrobora la presencia de un país donde conviven aymaras, quechuas, tupi guaraníes, etc., quienes con el esfuerzo cotidiano hacen Patria.
En suma: el destino boliviano está en manos de nuestros mayores y de nuestros jóvenes.
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