Ha causado molestia en la población conocer que el gobierno ha gastado un millón cuatrocientos mil bolivianos en publicidad y propaganda por los incendios en la Chiquitania; difusión de “spots” y otros para “demostrar” cuánto está haciendo el régimen, cuánto se busca a nivel internacional en pos de ayuda y solidaridad; cómo “hay preocupación” por lo ocurrido y, en fin, cómo hay dinero para gastos dispendiosos en una publicidad y propaganda innecesarias.
El dinero gastado podía servir para socorrer a los bomberos, atender a las comunidades indígenas asentadas en esas regiones, comprar agua embotellada, alimentos, medicamentos, vituallas y enseres necesarios para quienes, voluntaria y sacrificadamente, luchaban para dominar las llamas que han destruido más de cinco millones de hectáreas.
¿Por qué las autoridades no sopesan lo que vayan a hacer? ¿Cómo creen que esa publicidad y propaganda podía sofocar el incendio? ¿Es que pensaron que eran necesarias para atraer la atención de la comunidad internacional que solamente esperaba la aceptación por el gobierno y disponer una emergencia por desastre nacional y que se niega a formular? ¿Es que la propaganda mostraría espíritu altruista a favor de los damnificados y que sufren la destrucción de bosques, millones de animales, millones de plantas, empobrecimiento de las tierras, envenenamiento de aguas de los ríos?
La difusión de tanta publicidad demuestra a la comunidad nacional que “todo se lo hace por interés partidario” con miras a las elecciones de octubre, como si sirviera para conseguir votos. Nadie niega que candidatos, incluido el oficial que pretende una cuarta reelección, hagan publicidad y propaganda; pero que lo hagan sin sacrificar la atención a otros requerimientos de una situación coyuntural, como por desgracia se ha producido en la región chiquitana y que requiere voluntad, vocación de servicio y atención de todo tipo con miras a evitar que el fuego continúe y las llamas causen mayores estragos.
Vivimos en crisis, los ingresos del país no son como del tiempo de auge, los gastos gubernamentales siguen sin medida alguna, la austeridad pedida muchas veces a las autoridades es imposible de practicarla; entonces, ¿qué se hace hasta con publicidad innecesaria tan solo para “mostrar” lo que hace el gobierno? Los ciudadanos no esperan anuncios populistas de lo que se hace para combatir al fuego, porque se entiende que lo poco hecho es parte de las obligaciones de las autoridades, pero sin aspavientos ni propaganda innecesaria.
Que sea más que suficiente la publicidad con la entrega de obras que ya fueron estrenadas y que, al fin de cuentas, es obligación de quienes deben estar al servicio del país y no servirse de él hasta aprovechando la desgracia que sume a todos en angustias por el dolor ocasionado por destrucción en la Chiquitania que afecta a toda la nación.
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