Claudia Herbas Flores
Ayer fue día de la mujer boliviana, es necesario destacar a ese 49.6% de una población de 11 millones 307 mil habitantes, es decir más de 5 millones 600 mil mujeres, entre las cuales millones en edad productiva luchan con espíritu fuerte por sus ideales, sueños y metas, más allá de su raza, condición o creencia.
¿Qué hace diferente a este género? Ser seres únicos, que dan vida, son nobles, protectoras, bondadosas y sobre todo trabajadoras, con ese ímpetu que les impulsa a seguir adelante.
Hay fortaleza interior en muchas, aunque algunas no la han trabajado en su interior, en su aprendizaje escolar, en el núcleo familiar o en su mundo pensante de todos los días. Falta empoderamiento racional, por ausencia de autoestima y valoración de cuán importante es su presencia en esta vida. Por ello son pasivas al recibir maltratos de sus parejas, maridos o concubinos; el círculo de violencia es parte de su diario vivir. ¿Qué les falta?, lo siguiente:
Grupos colaborativos que sean su cobijo con hermandad y empatía. Autoridades y operadores de la justicia que se acerquen a ellas para conocer su realidad. Instancias que reciban las denuncias con menos burocracia. Psicólogos, voluntarios, vecinos, comunarios y familia que se constituyan en una verdadera “red de apoyo”, que estén interconectados y que tengan activado un sistema de alerta cuando una mujer está en situación de auxilio por agresión sospechosa y peligrosa, que puede acabar en feminicidio.
El documento ABC del desarrollo en Bolivia, del INESAD, en su acápite sobre género señala que no va a ser posible que las sociedades alcancen su mayor potencial y enfrenten los retos del Siglo XXI sin la participación activa de los hombres, así como de las mujeres. Es más –añade- se ha comprobado que invertir recursos en mujeres, especialmente en la educación de las niñas y adolescentes, es una herramienta poderosa para hacer frente a muchos retos, como la reducción de la pobreza. Los datos muestran que si las niñas completan la educación primaria y secundaria tienen más posibilidades de tener ingresos, tienen menos embarazos no deseados, aumentan su capacidad de prevenir el VIH y SIDA, se reduce la incidencia de la mortalidad infantil y es más probable que logren romper el ciclo de la pobreza.
Continúa el informe sosteniendo que para enfrentar la violencia contra la mujer, el acceso a los servicios públicos especializados -como atención médica, psicología integral y otros tratamientos- debe ser amplio y no debe depender de la denuncia, ya que un porcentaje muy bajo de estos casos se reporta.
Por tanto, los desafíos que deberían encarar las mujeres bolivianas, con el apoyo de políticas de Estado, son las de alimentar esa sed de las nuevas generaciones de transformar su realidad con acciones. Que las niñas, adolescentes y hasta las mujeres adultas piensen en ser más autosuficientes económicamente, a través de formarse y educarse para ganar espacios, donde el acceso al sector femenino no es equitativo en puestos de trabajo gubernamental, con toma de decisión estratégica. ¿Por qué es necesario? La mujer piensa con conciencia, con el corazón, actuando con fortaleza espiritual, aunque se esté atravesando la más dura de las batallas en la vida.
Por eso la comunidad debe apoyar más a las mujeres bolivianas en sus realizaciones, para que vivan con más bienestar. Mujer en armonía es igual a familia unida y feliz; en consecuencia sociedad en progreso.
La autora es Comunicadora social.
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