El pueblo boliviano conoce hechos de corrupción en los que está enlodado el actual gobierno. Es decir, sobreprecios y mala calidad en proyectos y obras ejecutados por la administración pública. Singularmente en las empresas estratégicas bajo control del Estado. Así como funcionarios prefieren no denunciar porque saben que no les harán caso, sino que pueden terminar siendo castigados, sea política o laboralmente.
No se sabe quién es peor: Si el infiltrado que trabaja dentro del gobierno o quien lo contrata y lo mantiene en el cargo a sabiendas del daño que causa. Si queremos cambiar toda esta situación que pone en grave riesgo la ética profesional, creo que es necesario hacer una valoración de las denuncias.
La lucha contra la corrupción es un problema que golpea la conciencia del pueblo boliviano. La corrupción es una calamidad social acumulada por falta de acciones planificadas de mediano y largo plazo para combatirla.
La corrupción es más una organización delictiva para el lucro, que opera en el interior de las instituciones públicas y supone la asociación de varias personas (cómplices) para cometer actos contra el patrimonio público. Ella está íntimamente relacionada con el desprecio que sienten muchos funcionarios hacia las ideas patrióticas, por un retorcido afán de enriquecimiento mal habido.
El presidente Evo Morales varias veces ha declarado que la corrupción es de la derecha, del capitalismo, del imperialismo, pero no dice la verdad. Por ello falta dar hegemonía al ideario patriótico dentro de la administración pública, para hacer realidad una verdadera “depuración moral”.
Difícilmente puede incurrir en corrupción quien no tiene poder, sino los grupos atornillados en puestos de importancia y que se visten de cualquier color, según las circunstancias. El corrupto busca aprovechar todo lo que éste a su alcance, a través de influencias políticas.
Nepotismo, amiguismo y compadrazgo son caldo de cultivo para la corrupción y son injustificables en un Estado democrático.
El próximo gobierno debe construir su propia excelencia científica, técnica y profesional. Promover igualdad que nos lleve a todos hacia el mayor rendimiento. Que el mejor preparado, el más profesional y eficiente sea funcionario público. Un ejemplo a emular.
Los bolivianos debernos vencer en la lucha anti corrupción si se genera garantías comprobables para que los humildes no sufran represalias ni sientan miedo al denunciar a los delincuentes de cuello blanco dentro de instituciones públicas. En caso contrario, el fantasma de la nueva burguesía, creada por los capos del MAS, terminará en una amarga realidad, dando un infeliz cierre al actual proceso democrático, muy débil todavía en Bolivia.
Derrotar la corrupción no solamente depende de tribunales, fiscalías, entre otros. Es sobre todo una batalla ideológica que exige conquistar mayorías y organizarlas para arrinconar a los corruptos. Urge el apoyo de la contraloría social, y las infinitas formas de organización de nuestro pueblo, en unión con los servidores públicos honestos.
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