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El experimento federalista


 

La reciente propuesta de un organismo cívico de Santa Cruz de aplicar el sistema administrativo federal en el país, no constituye una novedad extraordinaria, pues el asunto fue debatido en esferas parlamentarias y políticas con cierta intensidad desde hace más de cien años, aunque, finalmente, a nada se llegó y, por tanto, la proposición cayó en saco roto y postergada una y otra vez hasta el presente.

Entre otros casos, a principios del siglo pasado (1900), el proyecto federalista se derrumbó en una asamblea convencional y los hechos revolucionarios, más bien, consolidaron el unitarismo, sistema administrativo que perduró todo el siglo sin modificación alguna y solo sufrió algunas perturbaciones aisladas que se extinguieron por sí mismas, casi sin dejar efecto alguno de significación, lo que mostró que la idea no tendría asidero en la realidad y era una buena intención de políticos idealistas inspirados en las mejores deseos. En efecto, la realidad demostró que la idea no habría sido oportuna.

Como se puede apreciar, el proyecto es de larga data y con una serie de episodios que bien valdría la pena que sean objeto de un estudio sistemático y no utilizado como caballito de batalla, con argumentos desgastados de partidos y personas ansiosas de protagonismo. Esa tarea, para la que existe la documentación necesaria, sería un valioso aporte para la política boliviana e inclusive para el mismo proyecto, de tal manera que no termine en el olvido.

En su forma clásica, el federalismo es un asunto administrativo, vale decir un aspecto accesorio de la estructura objetiva de la nación. Como tal, debe ser propuesto previa solución de problemas no resueltos o por resolverse, como ser la gran cuestión nacional y la cuestión democrática del mundo contemporáneo. Es decir, sin la solución de estas condiciones será imposible conseguir aspectos secundarios, o sea que existe un orden en la solución de los problemas en su respectiva escala axiológica. Todo a su tiempo.

La solución del federalismo puede ser una necesidad histórica, pero solo es posible cuando existen las bases que lo generen, la nación consolidada y la democracia vigente, no solo en sentido político sino también económico, tal como confirman los grandes ejemplos. En efecto, en los casos en que no se completó ese ciclo, el federalismo fue un fracaso. Es decir, era un experimento artificial y como no existía la causa respectiva que le dé vida, desapareció o bien no funcionó como es debido.

Con la propuesta actual podría ocurrir lo mismo que con experimentos políticos utópicos que se trató de aplicar a como diese lugar, pero que terminaron en un gigante cero. La realidad le dio las espaldas, ya que la práctica es la única forma de comprobar si una propuesta es correcta o no. Como sostenía un arquitecto (sin apoyar ni oponerse a la iniciativa) con un ejemplo gráfico, para poner el techo primero hay que construir las paredes, o sería como querer montar a caballo, sin tener caballo.

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