El hecho de que la huelga de médicos dure tanto tiempo muestra, con claridad increíble, que ambas partes -gobierno y médicos- estuvieron, sino equivocados, extraviados en sus respectivos planteamientos, porque no se explica que en tanto tiempo no se haya arribado a soluciones y que por postergación y aplazamientos en la búsqueda de acuerdos, se llega a medidas extremas, quedando reducida la atención a la salud de la población.
Los médicos han planteado varias veces los aspectos que los afligen y que querrían que el gobierno dé soluciones prácticas y efectivas. Especialmente que se tenga las consideraciones necesarias para que los médicos puedan desenvolverse profesionalmente, con respeto a sus derechos y que se los incorpore a la Ley General de Trabajo porque son trabajadores, al igual que otros sectores.
El gobierno ha permanecido impasible ante los pedidos y no encuentra puntos de coincidencia con los dirigentes de los galenos, que persisten en sus planteamientos y muy especialmente en el aspecto de reforzar los presupuestos de salud que son bajísimos, comparados con las partidas destinadas a los ministerios de Gobierno y de Defensa. Efectivamente, el presupuesto fijado para Salud es bajo: en el período de 2006 a 2018 el monto desembolsado habría sido de (+/-) Bs. 13.360 millones de bolivianos; en cambio: el Ministerio de Defensa habría tenido un desembolso (+/-) Bs. 35.435 millones de bolivianos; el Ministerio de Gobierno (+/-) Bs. 31.435 millones de bolivianos. Las diferencias son notables y nuestro país debe ser uno de los más descuidados en el caso de la salud pública.
El mismo rubro de Comunicación tiene un presupuesto de 27.481 millones de bolivianos. Por supuesto, Educación también está relegado a planos secundarios; es decir que, Salud y Educación parecen ser los rubros que menos importan, cuando debería ser al contrario y ambos ser superiores a cualquier otro ministerio, teniendo partidas altas porque de la educación y la salud depende el desarrollo y progreso del país.
Entretanto, mientras hay excesos fijados para Defensa y Gobierno, los descuidos para Salud son infinitos y con mayores complicaciones porque la huelga médica, por justificada que sea, perjudica grande y gravemente a la salud del pueblo que ve atención sólo para casos de urgencia en los hospitales públicos. Ambas partes, gobierno y médicos, tendrían que reflexionar sobre posiciones de intransigencia - especialmente gubernamentales- que mantienen y que son contrarias a principios de velar efectivamente por la vida de la comunidad y no complotar contra ella.
Esperar que el problema “se solucione por cansancio de las partes” resulta contraproducente e irresponsable, porque no se puede ni se debe jugar con la salud de la población, esperando que las partes encuentren puntos de conciliación.
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