En poco más de un siglo la industria del petróleo ha crecido sobre todo para hacer funcionar motores de combustión en todas partes del mundo. El plástico mayormente proviene del petróleo. Los objetos de plástico han llegado a conquistar al ser humano al punto de considerarlo indispensable por su multiuso en casi todas sus actividades pero, después de décadas de uso y abuso, nos estamos dando cuenta de que el “amigo plástico” es un contaminante brutal e ¡imperecedero!... y que incluso partículas microscópicas de él se encuentran en la comida que ingerimos. Ni hablar de las toneladas de plástico que hoy se localizan en los estómagos de ballenas marítimas.
Ocho millones de toneladas métricas de plástico ingresan a los océanos cada año pero solamente el uno por ciento se sabe que flota. Una buena parte, según los expertos, se divide y subdivide con el tiempo hasta convertirse en partículas microplásticas como las que emergen de lavadoras caseras. Como dice C. Kormann, The New Yorker: hay científicos que confirman la existencia de esas partículas en las cumbres de los Pirineos franceses y en las montañas rocosas de Colorado en EEUU. Ya podemos imaginar las cantidades de plástico que deben acarrear los “ríos aéreos” o nubarrones que perennemente van del océano Atlántico a las zonas amazónicas y los Andes. Por otro lado investigadores ingleses recogieron muestras de anfípodos (crustáceos en forma de camarones) de honduras oceánicas y vieron que el 80% tenían microplásticos en sus sistemas digestivos. Son algo más pequeños que la semilla de amapola y las comen mejillones, cohombros de mar, percebes, plancton, et. al.
Pero dónde está el 95% del plástico o los macroplásticos u objetos mayores echados en los mares, desde toneles, muebles, hasta zapatillas, bolsas, juguetes, etc., y si se descomponen. Según el oceanógrafo Erik van Sebille que por cinco años dirige el proyecto: “En pos del plástico de nuestros océanos,” se trata del “plástico negro,” la materia negra que se observa en la superficie de los océanos que mata miles de aves acuáticas, tortugas y mamíferos marinos. Según la tesis más aceptada, en gran medida se hunde, se sedimenta y desde luego ¿sirve de alimento? Una bellena zifio que se sumerge muy hondo y aguanta la respiración apareció muerta en una playa de las Filipinas con 88 libras de plástico en su cuerpo. En abril un cachalote apareció muerto en una playa italiana y tenía 48 kilos de plástico y un feto cetáceo muerto en sus entrañas. En el atolón de Midway, en el océano Pacífico, se dan restos de aves en cuyos estómagos hay tapas de botellas y otros objetos de plástico intactos que seguramente indigestaron al animal.
Expertos de la organización holandesa sin motivos de lucro, Ocean Cleanup, que construye redes inmensas y elongadas que tiradas por embarcaciones rastrean la superficie del mar para recoger desperdicios, dicen que una parte mínima de estos plásticos flotan y van a dar a una de las cinco corrientes oceánicas circulares donde permanecen por décadas. Calculan que entre 70 y 189 millones de toneladas están en las costas y playas o cerca a éstas en profundidades rocosas y/o arenosas. De todas maneras hay plástico que por alguna razón no se altera. Otro que se hunde y se aloja al azar. Todos los expertos están de acuerdo en que solamente echando mucho menos plástico a la basura es el único comienzo de quitarle la categoría de crisis a la inmensa cantidad de plástico que de mil formas agobia al Planeta. Y va en aumento.
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