“Los discordes en concordia en paz y amor se juntaron y pueblo de La Paz fundaron para perpetua memoria”.
Con devoción cívica rindo un homenaje de gratitud a los fundadores de la ciudad de La Paz. En 1548, quién sabe si soñó el capitán Alonso de Mendoza que el pueblo fundado por él y un puñado de intrépidos españoles, devendría en una vigorosa urbe. Pero seguro abrigaba el deseo de echar cimiento para una villa que fuera tranquila y ordenada y de acogedor descanso para los aventureros que iban en busca de plata a Potosí y volvían con las bolsas llenas de riqueza por el camino del Cusco.
Han pasado más de cuatro siglos desde aquella obra cimentada por españoles de capa y espada, levantada por los criollos e impulsada por los patriotas. Hoy La Paz es una ciudad pujante que evidencia la cosecha de su trabajo, tiene fuerza y vigor entrenado en episodios intensos, venció lo arisco de su suelo, levantó grandes edificaciones, construyó extensos caminos y ese crecimiento no se detendrá.
La Paz, cabecera de nación, rompe las olas de toda dificultad y se introduce en el mar del progreso hacia un devenir espléndido. Alberto Ostria Gutiérrez, con motivo del Cuarto centenario de La Paz, se refería a ella con estas Palabras: “…Ciudad tan extraña, tan diferente de las demás ciudades del mundo, tan alta y a la vez tan profunda, tan llena no solo de luz sino también de cielo, no podía ser albergue de gente sumisa, blanda, mansa o adormecida, al contrario, sus habitantes tenían que ser duros, enérgicos, tenaces, luchadores y por eso mismo hacer historia; es decir llevar a cabo hechos memorables, hazañas, sacrificios, para así vivir en el recuerdo ayer, hoy y mañana…”.
Pero en toda esa historia hay algo que resalta y que da gloria a nuestra ínclita ciudad; es su rebeldía y apego por la libertad, su afán de romper las cadenas de opresión, su desprecio por la esclavitud, su orgullo por ser: “Cuna de héroes y tumba de tiranos”. Bolivia tiene su fe depositada en esta ciudad, ella es guardiana de nuestra libertad y democracia, la que en la hora de prueba avanzará y cantará: “Morir antes que esclavos vivir”.
En la magna fecha del 20 de octubre, cuando el pueblo paceño celebra la fundación de esta urbe, sin par por su famosa tradición, su historia iluminada de gloria y su grandeza espiritual y material, saludo calurosamente a todos los estantes y habitantes de nuestra ciudad y pido al altísimo que bendiga a los hogares formados en las faldas de nuestro tutelar nevado Illimani.
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