Aunque las autoridades económicas del gobierno no lo reconocen, es evidente que el país tiende a precipitarse en una crisis económica que podría adquirir dimensiones impensables; ante ello, hay conciencia de que tanto el gobierno como el empresariado privado tendrían “que pensar y actuar en emergencia” y ver, conjuntamente, qué medidas se podría adoptar no solamente para paliar la crisis sino para emprender, finalmente, el desarrollo.
Es preciso que ante la tragedia que vivimos con los incendios producidos en una parte importante del país, como es Santa Cruz con su región amazónica, se redoble esfuerzos, se tome en serio que es preciso unirse para encarar las dificultades; que es necesario renunciar, siquiera mínimamente, a intereses de partido y personales. En el caso del gobierno, está más empeñado en otras actividades que en atender las urgencias nacionales; en un tiempo en que no se puede mostrar indiferencia o resignación ante hechos que lastiman a todos y que hasta han conmovido a la comunidad internacional, que se muestra solidaria con nosotros y que está dispuesta a prestar ayuda de toda clase.
El hecho de que el gobierno “camine por su lado”, inaugurando empresas mal planificadas, creando negocios que estén destinados a producir tal o cual producto; que se invierta mucho dinero en compañías que están muy lejos de ser efectivas y productivas, inclusive endeudando más al país y disminuyendo las reservas internacionales, no justifica que lo haga ignorando prácticamente lo que es importante y necesario en la vida nacional, como son los empresarios privados, que deben tener su parte de responsabilidad para encarar los retos de la producción y el desarrollo.
Enfrentar las dificultades, crear empresas bien planificadas con miras a producir y generar riqueza, debe ser obligación y responsabilidad del gobierno, conjuntamente el empresariado privado que no puede ni tiene que hacerse a un lado con miras a que “las autoridades lo hagan todo porque son las que tienen dinero”. El país requiere la unidad para enfrentar las situaciones críticas, para remediar las dificultades, para producir más con miras a abastecer el mercado interno y, en lo posible, ingresar a, campo de las exportaciones con miras al logro de divisas tan necesarias para el país.
Es preciso que el gobierno entienda que solo nunca podrá encarar debidamente la solución de los problemas que tiene el país; que entienda que tampoco puede ignorar al empresariado privado que ha demostrado -especialmente en los últimos diez años- disposición para trabajar con las diferentes reparticiones e instituciones del Estado. Un empresariado privado que posee capitales financieros, tecnología y capitales humanos con experiencia y capacitados debidamente para fundar nuevas compañías que no signifiquen deslealtad ante nadie y contribuyan al desarrollo, porque aislados uno del otro no arribarán a ningún plano de resultados; en cambio, unidos, podrían alcanzar índices altos de éxito.
Que tengan diferencias político-partidistas, pasa y, además, es lo menos importante; pero limar diferencias para encarar el desarrollo y progreso del país en forma armónica, concertada, planificada y llevada a cabo con honestidad y responsabilidad es obligación de ambas partes.
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