Es patética la forma como funciona el Poder Judicial: los descuidos son infinitos, la dejadez de fiscales y jueces no tiene límite alguno, la no atención de juicios y casos que podrían concluir en poco tiempo es permanente; el dejar que presos sin sentencia cumplan años de prisión “preventiva” es algo normal; ante este tipo de falencias graves de un Poder tan importante, la ciudadanía que se ve precisada a recurrir al Poder Judicial se encuentra indefensa, indemne porque no sabe a quién acudir, a qué atenerse y menos cuándo podría tener alguna solución su problema.
Que de 9.096 casos de mujeres abusadas solamente el 4,35% o sea 396 hayan tenido proceso, y el 95,65% no hayan “pisado siquiera el escritorio de un fiscal o juez”, muestra cuánto descuido y lenidad existe, es señal de la indiferencia de quienes deben administrar la justicia por los intereses de quienes acuden en pos de solucionar problemas muy graves.
Los abusos a mujeres son algo que cubre las páginas de diarios casi todos los días; las violaciones, los asesinatos a mujeres conjuntamente abusos a niños y ancianos; asaltos a mano armada, golpizas a personas a plena luz del día son hechos que se producen con “normalidad” y, además, muchas veces bajo la mirada “inclemente e inocente” de algún policía que pasa por el lugar. Generalmente, cuando se producen estos hechos extremos y se hace las denuncias del caso, los policías tardan mucho en acudir al sitio indicado; normalmente, cada policía “parece esperar que la víctima de asaltos o robos o golpizas o hechos de sangre les señalen las características del autor, color de cabello, ojos, etc. para ser identificados”; en otras palabras, esperan que el ladrón o criminal deje sus antecedentes a su víctima para que haga las denuncias.
Mujeres abusadas, violadas, golpeadas, heridas, maltratadas de hecho y palabra y hasta asesinadas son, en lo que va del presente año, casi un centenar; pero nadie sabe cuántos de los autores han caído en poder de la Policía o de los recintos judiciales. Nadie sabe qué ha sido de los enseres y dinero robados; menos de lo sustraído en domicilios y ni qué decir sobre los casos en que hubo muertes y robos, golpizas a los familiares y destrucción de bienes privados. La impunidad con que actúan los autores de crímenes de toda naturaleza llega a extremos inauditos. Cuando las denuncias llegan a los estratos debidos, las respuestas de siempre son: “se está investigando, tengan paciencia” y el caso lleva meses y hasta años y nunca termina. ¿Qué se puede hacer ante el crimen que actúa con total impunidad? ¿Cuándo funcionará la institucionalidad para que cada cual cuente con la protección de las leyes? ¿Cuándo las autoridades judiciales y policiales tomarán en serio los deberes y obligaciones que deben cumplir con la sociedad?
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