Sergio Salas Sejas
El audaz y directo reproche de Greta Thunberg al doble discurso de los líderes políticos del mundo, también nos toca a todos los habitantes del planeta. Hace semanas en la sede la ONU, en Nueva York, esta joven sueca de 16 años le dice al mundo que ella y su generación serán herederas de un drástico impacto por el calentamiento global.
Este discurso ha levantado mucha polémicas y no entraré en ello, más bien pretendo poner en la palestra del debate cotidiano el mirarnos y pensar en no negar a esa generación venidera las posibilidades de vivir en un planeta como lo conocemos hoy.
El panel mundial de expertos en cambio climático (IPCC) elaboró el reporte científico “Global Warming of 1.5 °C” (Calentamiento global de 1.5 °C) por invitación de la Conferencia de las Partes de Unfccc para las negociaciones sobre cambio climático. Este reporte traza diferentes escenarios futuros sobre la vida en el planeta Tierra y hace especial atención en los impactos de un calentamiento global de 1.5 °C sobre los niveles de emisiones preindustriales.
El detallado reporte, que será la base científica para las negociones en la COP25 en Chile, en diciembre próximo, dice que hay una alta probabilidad de que la temperatura se incremente hasta 1.5 °C entre 2030 y 2052, de continuar viviendo como hoy, el llamado Business as Usual. Entre los impactos que esto conlleva está que las emisiones de carbono acumuladas desde tiempos preindustriales hasta el presente, continuarán por siglos afectando el sistema climático planetario en el largo plazo, es decir que las futuras generaciones estarán absorbiendo, literalmente, toda esa acumulación de contaminación y CO2.
Según ese reporte, habrá olas de calor más extremas, sequías prolongadas, además de épocas de lluvias cortas y mucho más intensas. Los impactos del cambio climático sobre la biodiversidad y los ecosistemas terrestres serán tan severos que se proyecta una pérdida de la mitad de su rango geográficamente determinado. Ya mucho se ha hablado de los riesgos para la salud humana, seguridad alimentaria y acceso al agua, que serán crecientes y con una alta desigualdad para países vulnerables, menos preparados.
Tenemos algo en común en países europeos, en el medio oriente o en la laguna Poopó en Bolivia, es el cambio climático. Esta aquí, aunque no queramos aceptarlo. En Greta veo a una generación de niños y adolescentes que vivirán en un planeta tan distinto, casi inimaginable. Sin bosques, sin animales, sin ríos ni mares limpios.
Ante este escenario tan adverso para las generaciones venideras no podemos esperar más a que los gobiernos resuelvan un problema que de lejos los ha sobrepasado. Nos queda actuar como individuos responsables de su impacto en el planeta, nos queda reducir al máximo nuestra huella ecológica.
Los seres humanos tenemos la gran capacidad de ser empáticos y nos vemos enfrentados con este reto de mejorar nuestro paso por el planeta. Reciclemos al máximo, con creatividad demos un segundo o tercer uso a las cosas, reduzcamos el consumo de carne, sembremos árboles y plantas. Ayuda mucho consumir productos locales si es posible, subir las escaleras en lugar del ascensor, llevar bolsas reusables. Así es, adaptarnos al cambio climático exige de nosotros un cambio de mentalidad y de paradigmas de consumo. Sólo cuesta empezar, después todo será más fácil si lo hacemos juntos.
El autor es especialista en ciencias ambientales, residente en Países Bajos.
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