El actual modelo económico se encuentra vigente durante casi tres lustros; su instauración en el 2006 coincidió con una situación externa sumamente favorable para Bolivia, marcada por el alza en los precios de los commodities –hidrocarburos, minerales y granos-. En consecuencia, se vivió un período de bonanza por casi una década que se vio reflejada en una mejora notable de los principales indicadores económicos. Con base en dicha mejora, los acólitos del modelo han propugnado el rotundo éxito de su paradigma. Por otro lado, existe un grupo de economistas que encuentra la explicación del mejor desempeño en el contexto internacional, exclusivamente. Con el objeto de analizar la efectividad del modelo, llevé a cabo una investigación cuyos resultados se encuentran en el documento de trabajo disponible en la página web del Instituto de Investigaciones Socio Económicas de la Universidad Católica Boliviana.
La metodología que se utilizó fue la del control sintético; la misma consistió en construir un país cuyos indicadores económicos mostraran un comportamiento similar a los índices bolivianos antes del año de instauración del modelo. De ese modo, se obtuvo un contra factual -una economía con las mismas características de Bolivia, pero en la cual no se instauró un nuevo paradigma en el 2006- para analizar la efectividad del modelo. Las ponderaciones para la construcción de la “Bolivia sintética” se realizaron a partir de los datos de 100 países en el período 1991-2017.
A su vez, para evaluar el modelo, fueron elegidas seis variables representativas: nivel de producción, exportaciones, diversificación económica, ingreso per cápita, desarrollo humano y medio ambiente. Fueron seleccionadas dichas variables debido al contenido del modelo, el cual postula una redistribución de excedentes desde “sectores estratégicos” hacia “sectores generadores de empleo e ingresos” y programas sociales, respetando la “Madre Tierra”. El análisis de los efectos del modelo sobre las exportaciones, la diversificación económica y el nivel de producción permitió definir si se logró redistribuir los excedentes hacia nuevos sectores para la generación de más empleo e ingresos. Por su parte, el estudio del ingreso per cápita y desarrollo humano, mostró el grado de efectividad de la redistribución de ingresos mediante programas sociales. Finalmente, el análisis de la extensión de áreas forestales reveló si se respetó a la “Madre Tierra”.
Luego de constatar la validez de los resultados obtenidos con la metodología mencionada, se encontró que en el período 2006-2017, la economía boliviana habría crecido con un ritmo promedio del 4.7% anual, solo dos décimas por debajo de lo que realmente sucedió. Como se puede notar, el efecto del modelo fue muy bajo, siendo casi nulo. Por su parte, las exportaciones reales habrían crecido anualmente en 4.9%; en cambio, tan solo lo hicieron en 2.7%. En este caso, el modelo perjudicó a la economía boliviana, reduciendo el grado de aprovechamiento del auge económico.
Esta situación muestra indicios de que no se logró impulsar al “sector generador de empleo e ingresos”, mismos que se confirman cuando se analiza la diversificación económica. Sin el modelo, Bolivia habría incrementado su diversificación en 0.75% cada año; sin embargo, los hechos muestran un retroceso en este aspecto. Con el paradigma adoptado, se registró una reconcentración de la economía en los productos tradicionales con un ritmo anual de 1.63%. Con los resultados del análisis de las exportaciones y de la diversificación económica, es fácil notar que el impulso a nuevos sectores económicos fue un fracaso.
Las siguientes variables analizadas fueron el desarrollo humano y el ingreso per cápita. En el caso de la primera variable, se habría esperado una mejora del 0.84% anual, solo 4 centésimas por debajo de lo que se registró. En ese sentido, puede notarse que el modelo tuvo un efecto ínfimo sobre el desarrollo humano. Cuando se realiza el análisis del ingreso per cápita, la conclusión no varía mucho; esta variable habría aumentado en 2.64% cada año; en contraste, ésta registró un crecimiento de 3.24%. En este caso, se observa un efecto moderado del modelo. Con los resultados anteriores, es posible deducir que el paradigma económico aumentó discretamente el ingreso para cada boliviano, pero no fue capaz de mejorar el acceso a salud y educación.
Finalmente, es importante analizar si se respetó a la “Madre Tierra” como se postulaba. Las áreas forestales habrían sufrido una reducción promedio anual del 0.39%, una cifra alarmante. Sin embargo, con el paradigma la alarma es mayor, se registró una disminución del 0.67% cada año. Con el estudio de esta variable, es sencillo arribar a una conclusión; no hubo respeto al medio ambiente.
Con base en los anteriores hallazgos, se puede concluir que el modelo económico fue inefectivo en su período de vigencia; no logró impulsar el “sector generador de ingresos y empleo” ni mejorar el desarrollo humano de los bolivianos mediante los programas sociales. Por si eso fuera poco, ahondó más el problema ambiental. Considerando todos estos aspectos, el actual modelo quedó reducido a un paradigma de índole primario exportador. Por todo lo expuesto, se plantea la necesidad de dar un nuevo rumbo al manejo económico que efectivamente responda a los intereses nacionales.
El autor es Economista y
diplomático de carrera.
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