Entre los acontecimientos político-sociales que se han suscitado en los últimos días está, sin lugar a dudas, la unión lograda entre todos los bolivianos; una conquista que no es victoria o triunfo de nadie, es el resultado de la voluntad de todo el pueblo que, al unísono, en todos los rincones del país se ha despertado en pos de conseguir que la libertad se consolide, que se respete el voto de la ciudadanía que concurrió a las elecciones del 20 de octubre, que se tenga en cuenta, sobre cualquier otro interés o conveniencia, que sólo importa la Patria como madre de todos.
La unidad lograda es un hecho que da razón a algo que siempre me permití sostener: lo imposible es posible cuando hay voluntad y deseo de superar escollos, dificultades y sobreponer los intereses generales de la colectividad a los intereses y conveniencias de partidos políticos, grupos sociales, culturales, cívicos, económicos, personales, etc., etc., que resultan ser muy poco frente a los intereses de todo el país que por muchas décadas ha buscado la unidad de todos los bolivianos. Se ha sostenido siempre -casi como un principio- pero sin poder comprender, que la unidad es factor de desarrollo y progreso de los pueblos; que ella consigue superar dificultades y problemas, complejos y posiciones encontradas, resentimientos, odios y revanchismos.
La unión es conveniente cuando priman intereses superiores como los dejados como herencia por las elecciones pasadas que han sido adulteradas por intereses mezquinos, por ambiciones y conveniencias que buscan eternizar en el poder al partido de gobierno que, según señalan sus mandantes superiores, estaría dispuesto a respetar las conclusiones de la comisión de auditoría de la OEA. Al respecto, conviene recordar que también se dijo que se respetaría el voto mayoritario del Referéndum del 21 de febrero de 2016 y no se lo respetó, vulnerando con ello la Constitución Política del Estado.
El intento de “seguir en el gobierno como sea, cuanto sea y por el tiempo que fuere” del régimen gobernante, ha producido reacciones contrarias en todo el país, puesto que cada ciudad, pueblo y villorio ha expresado su voluntad de que el gobierno termine su mandato de catorce años que, como ningun otro en la historia del país, manejó festinatoria, anti-institucional y dictatorialmente el país.
Una voluntad manifestada en múltiples cabildos multitudinarios donde se expresaron clara y terminantemente, voluntades en sentido de mantener la unidad en defensa de las libertades, la democracia y la justicia que debe ser repuesta conforme a la Constitución. Ante este panorama, queda, pues, la incógnita: ¿Qué hacer ante una situación convulsionada y que aparentemente no tiene visos de solución? Seguramente queda la respuesta: mientras no se depongan intereses creados, ambiciones y conveniencias sean del régimen de gobierno, grupales, de entidades o instituciones y hasta ambiciones personales que buscan protagonismos, será difícil arribar a soluciones que sean las más apropiadas y convenientes para el país.
Lo que cabe, pues, es superar todo lo negativo, lo que distorsiona las buenas y mejores intenciones y propósitos, todo lo que deja lastres de volver a situaciones o condiciones inapropiadas para el bien común; abandonar todo aquello que implique ingresar o retomar posiciones extremas donde se den espacios propicios para discordias.
Al contrario, se deben dar razones para el encuentro, la unidad, la fraternidad entre todos sin distinciones que separen o anulen los principios de armonía y concordia.
Es preciso derrotar al derecho de la fuerza que se irrogan los poderosos y actuar en planos de la fuerza del Derecho que son la Constitución, las leyes y las condiciones morales que deben ser virtudes, valores y principios de todos los bolivianos, habida cuenta que el pueblo tiene razones para defender sus derechos que, más temprano que tarde, valdrán ante Dios y ante el consenso de todos haciendo caso omiso de posiciones intransigentes, de ambiciones que parecen nacer al calor de los acontecimientos.
No corresponde, pues, que la división asome a todo lo conseguido tan sólo por escuchar voces agoreras que buscan satisfacer ambiciones y protagonismos así sea desplazando a quienes han luchado durante su vida por el reinado de las libertades, la democracia y la justicia. No tomar en cuenta a quienes podrían implantar nuevas dictaduras con el pretexto de reconquistar libertades y bienes conseguidos para bien de todos. La serenidad, conjuntamente el amor y el respeto al pueblo, tiene que asentarse en el corazón y la conciencia de los bolivianos.
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