José Héctor Gutiérrez Guerra
Corría el año de 1789, luego de la Revolución Francesa se instaló la Asamblea Nacional Constituyente en la que se discutía un artículo de la Nueva Constitución referente al posible veto del Rey a las leyes a aprobarse por la futura Asamblea Legislativa.
Los diputados que estaban a favor del veto, es decir a favor del mantenimiento del poder del Rey se situaron a la derecha del Presidente de la Asamblea y los que estaban en contra, es decir los que querían limitar el poder soberano, poniendo por encima la voluntad del pueblo, se situaban a la izquierda del Presidente.
De ahí nace el término de izquierda que se asociaba a los que propugnaban un cambio político y social y el de derecha quedó asociado a los que se oponían a dichos cambios, también denominados conservadores, trasladándose dicha denominación a fracciones políticas que hasta el presente se mantiene.
El presente análisis no está destinado a mostrar las bondades o falencias de ambas corrientes políticas sino a tratar de identificar qué fracciones políticas pertenecen a la izquierda y cuáles corresponden a la derecha.
La definición de izquierda y derecha ha ido cambiando con el tiempo; hasta no hace mucho se entendía por izquierda a una posición ideológica doctrinal basada en el humanismo que se pronunciaba a través de la lucha de clases e intervención plena del Estado como dueño de los medios de producción (estatismo), exaltando el colectivismo.
Y la derecha se basaba en una doctrina más práctica y utilitarista, que se pronunciaba a través del libre mercado con poca intervención del Estado, dejando que los medios de producción -menos los estratégicos- pasen a manos privadas (liberalismo), exaltando el individualismo.
Ambas concepciones totalmente antagónicas y polarizadas al presente están quedando prácticamente obsoletas y caducas por el advenimiento (léase imposición) de la globalización mundial, esencialmente de naturaleza económica, por lo que al presente la derecha se manifiesta en seguir los mandatos del FMI y del Banco Mundial y la izquierda encuentra su modo de manifestación en estar en contra de dichos mandatos, aunque sin ninguna institución mundial tutelar visible, salvo el apoyo de gobiernos afines.
Entonces el parámetro para definir qué se entiende por derecha o izquierda es su posicionamiento respecto al orden económico mundial, que es un orden netamente práctico utilitarista de esencia mercantilista y que ha abandonado los conceptos filosóficos, ideológicos y doctrinarios porque se basa únicamente en aspectos técnico - economicistas que, obviamente, en ambos escenarios, se alejan del concepto humanista.
La derecha pone al ser humano en el centro de la actividad económica a través de la iniciativa privada, lo que no es malo si está bien administrada; y la izquierda pone al conjunto de la sociedad como centro de la actividad económica a través de la iniciativa pública solidaria, lo que tampoco es malo si se respeta la propiedad privada y está correctamente administrada; asumiendo la denominación de capitalismo y/o liberalismo y socialismo y/o estatismo respectivamente como formas de materialización objetiva de dichas corrientes políticas, pero siempre bajo la égida del factor económico.
Por lo que ya están desapareciendo las posiciones “intermedias” de centro derecha o centro izquierda, social democracia, tercer sistema, democracia cristiana (que es un hibridismo conceptual contradictorio), movimientos etc., etc., que son meras formas de denominación con las cuales se tienta el voto de ambos bandos pretendiendo vanamente una posición ecléctica tan inoperante como poco aceptada en estos tiempos.
Bajo esa perspectiva las opciones políticas deberán ser capitalistas o socialistas, es decir derechistas o izquierdistas, aunque con diferentes denominaciones, no habrá términos medios porque la globalización no lo permite, aunque en algunos casos convenientemente lo tolera y los votantes, quizá sin saberlo, deberán elegir entre esas dos opciones.
Esa situación conlleva necesariamente al bipartidismo, como lo que está ocurriendo a nivel mundial y nuestro medio no es ajeno a esa nueva tendencia, aunque con algunas características propias por el momento.
En nuestro medio, las novedosas “agrupaciones ciudadanas” o “plataformas” generalmente citadinas o de sectores y los “movimientos sociales” o “indigenistas” generalmente de clase obrera y rural, surgen como formas de expresión política del pueblo ante el fracaso de los tradicionales “partidos políticos”, la mayoría en extinción, ofreciendo una nueva aunque relativa alternativa de participación, alineándose, sin decirlo explícitamente y de acuerdo con su conveniencia, a la derecha o a la izquierda, respectivamente, sin tener mayores opciones en un espectro político cada vez más reducido. Sea cual fuera el caso, la tendencia mundial de la globalización implicaría una polarización entre derechas e izquierdas que parece irreconciliable, pero que en el fondo no lo es, porque el capital, venga de donde venga, se sirve tanto de derechas como de izquierdas de acuerdo con su conveniencia y no reconoce ningún tipo de fronteras, pues mientras las “bases” se pelean y hasta se matan por su “ideología”; los jerarcas de ambos bandos comen de un mismo plato.
El autor es Abogado.
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