Los últimos acontecimientos que se pensó concluirían con la renuncia del presidente Morales, dieron la certeza de que volvería la tranquilidad y la paz entre todos los bolivianos; pero, lamentablemente, han surgido extremos protagonizados por quienes no aceptan las soluciones habidas o, en casos, están inclinados a desencadenar hechos violentos contra toda la población, especialmente en la ciudad de La Paz.
Quienes mantienen actitudes beligerantes en contra de la colectividad tienen el deber de preservar la paz porque en ese pueblo al que podrían dañar con sus atentados, están también familiares de ellos mismos, personas que merecen vivir en paz y retomar sus actividades en planos de armonía y entendimiento entre todos.
En estas circunstancias los cuadros policiales adquieren importancia superlativa por el hecho de que la Policía es la encargada de preservar la tranquilidad pública, de evitar excesos y acciones contrarias al bien común. La población espera que, una vez que la Policía, por disposición de sus mandos superiores, ha decidido cuidar al pueblo y no reprimirlo, cumplirá un papel muy importante para cuidar los bienes públicos y privados, conseguir que la paz y la concordia entre todos los bolivianos sea efectiva.
La Policía, como institución del orden y en cumplimiento de sus funciones, puede y debe evitar excesos y desmanes que atentan contra los derechos colectivos. Hay que convenir en que la Policía en situaciones difíciles siempre actuó en defensa del bien público y ese mismo espíritu debe primar en sus mandos superiores, que deben disponer recorridos permanentes en las ciudades con objeto de evitar excesos que no siempre son cometidos por quienes tienen diferencias políticas sino, muy especialmente, por vándalos incrustados que buscan intranquilidad y división en la sociedad boliviana.
Y es que en un estado de anarquía, los vándalos pueden alcanzar objetivos que buscan sin conciencia y sin medir consecuencias que muchas veces afectan a ellos mismos y a sus familiares. La Policía es entidad que debe y puede suprimir muchos de los intentos que buscan intranquilizar más a la familia boliviana, producir más divisiones perjudiciales y fomentar hechos que atenten contra la seguridad física de las personas y los bienes privados y públicos.
Los policías cuentan con el respaldo y el apoyo de la colectividad que tiene conciencia y seguridad de que ellos pueden erigirse en centinelas de la paz y la concordia entre todos los bolivianos. El país reconoce cómo los cuadros policiales sufren muertes y heridos en cumplimiento de sus deberes; y un ejemplo de ello es el Cnl. Heybert Antelo que ofrendó su vida por cuidar el orden público y dar ejemplo a sus oficiales y tropa, mostrándoles caminos en los que no se debe rehuir cualquier sacrificio en aras del bien común. El Cnl. Antelo cuenta hoy no solamente con el recuerdo y cariño de sus camaradas sino de toda la población que le rinde los debidos homenajes.
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