Las dos cosas del debate actual giran sobre la escasez de alimentos y de hidrocarburos. Ambas falencias en el mercado se explican por sí mismas, pero no se ve o no se quiere ver a los causantes y responsables directos; no es otro que el partido del ex presidente Morales. Igualmente, los alimentos escasean y algunos han desaparecido por el bloqueo de los caminos, por gente instigada con mentiras, impidiendo el ingreso de carnes y verduras a las ciudades. Las largas filas en busca de alimentos no serían tales sin la cultura de los bloqueos.
La gasolina y el gas licuado estaban agotados en los surtidores y agencias distribuidoras de La Paz y El Alto también por el bloqueo sistemático de la Planta de Senkata, obedeciendo las instrucciones de sabotaje y boicot impartidas desde México. Sería raro que alguien ignore las zanjas cavadas para imposibilitar que salgan de Senkata los carros cisternas.
Desbaratada la no salida de estos insumos desde El Alto, los terroristas -bajo fuerte financiamiento- asaltaron con explosivos la misma planta de carburantes, acción terrorífica y criminal que aún amenaza de muerte a la población alteña. Esta es la verdad y los causantes son los asilados en México y sus agentes internos. Hay voces que reclaman la falta de negociación.
El Gobierno transitorio está empeñado en ello con los 2/3 del Legislativo, inclusive con mediadores de la OEA y la Unión Europea, Iglesia, etc., para la paz y tranquilidad ciudadana.
Lo incierto es la sinceridad y honestidad de los parciales de Morales en tales negociaciones. La nostalgia del MAS lo lleva a rechazar la renuncia de los ex presidente y vicepresidente, procurando su regreso al Gobierno y desconocer el mandato de Jeanine Áñez.
En estas circunstancias y con esa mentalidad está claro quiénes no quieren el restablecimiento de la normalidad en el país. No se puede dialogar con la gente subvencionada en efectivo por cada atentado y desastre que causan en el propio hábitat alteño, tal como se ha evidenciado por las talegas de dinero descubiertas en manos de los agentes del desastre.
¿O tal vez se tendrá que negociar con los venezolanos enviados por el temeroso Nicolás Maduro - algunos detenidos en Guayaramerín- o con los narcos colombianos que operan simultáneamente? O, finalmente, con los delincuentes asociados con los subversores en el asalto a la propiedad pública y privada. La maldad de los políticos depuestos es tal que los lleva a incendiar la vivienda de Soledad Chapetón, digna Alcaldesa de El Alto, a quien no perdonan haberles ganado una elección en el centro de su predominio. Sanción y castigo para todo acto criminal.
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