Cada vez son mayores las incautaciones de droga

Periódicamente tanto la FELCN como los medios de comunicación informan sobre incautaciones de pasta base, cocaína cristalizada y marihuana; decomisos que nunca son conocidos en su totalidad porque lo que conoce la comunidad es lo que se incauta en cada operativo. Es normal que cuando se pregunta sobre el destino de tanta droga incautada, las respuestas sean, casi indefectiblemente, “están en custodia del juez respectivo” o “han sido depositadas en el Banco Central”; pocas veces se informa sobre la cremación de parte de las existencias.

Cuando las autoridades de un país calificado como cultivador de hojas de coca y productor industrial de cocaína, no demuestran claramente el destino del producto decomisado, queda en la opinión general el criterio de que algo pasa, que parte de ese producto haya tenido destinos que benefician al mismo narcotráfico o que, finalmente, es medio seguro de corrupción. No informar debida, pormenorizada y oportunamente sobre el decomiso de drogas y su destino es contraproducente para cualquier gobierno, es contrario al prestigio que busca tener y es motivo de desconfianza del pueblo sobre el delito de las drogas alucinógenas, que no tiene claridad en informaciones.

Pocas veces se ha conocido incineraciones de droga hechas sorpresivamente, cuando lo correcto sería hacerlo en presencia de un fiscal, de juez, de representantes del colegio de abogados, de periodistas y de peritos que verifiquen la calidad de la droga destruida. El hecho de quemarla o destruirla “entre gallos y medianoche” no le acarrea beneficio ni prestigio al gobierno de turno; al contrario, da lugar a dudas, suposiciones y susceptibilidades; pero todo ha mostrado, al menos en los últimos catorce años, que nada importa el criterio colectivo y menos lo que comenten o informen los medios de comunicación.

Muchas veces en el pasado se ha comprobado que “parte del contenido de las bolsas supuestamente de droga, contenía harina, almidón o estuco en un 80% que el 20% restante es droga” porque solamente la parte superior de las bolsas contenía droga; sobre estos descubrimientos no hubo información o aclaración de alguna clase. La pregunta es: ¿Qué pasó con la droga no incinerada? ¿A cuánta gente haría daño y a cuánta habrá beneficiado económicamente?

Es urgente que se haga un inventario total de existencias, de los decomisos y, si fuera posible, establecer cuál fue el destino de lo incinerado y menos informado. Este problema es grave para el prestigio y dignidad del país porque no es justo que calificados como “país narco” por la irresponsabilidad de quienes sacan jugosos beneficios financieros. Y, finalmente, cabría saber sobre el destino de dineros, joyas, muebles, inmuebles y bienes de toda clase que se decomisa a los narcotraficantes que son apresados con posesión de droga. Este es otro rubro del letal negocio de las drogas que debe ser conocido.