Dos notables argumentos (entre varios) utilizó el régimen Morales-García Linera para convencer a su favor a sectores populares, pero, principalmente, para engatusar a gobiernos extranjeros.
El primero, que fue autor del desarrollo económico del país, crecimiento del PIB, etc. y, segundo, que representaba y favorecía los intereses de los indígenas y campesinos. Viendo esos argumentos en forma objetiva y no del mero alcance de la propaganda, se puede considerar que esos dos puntos no son verídicos en su contenido y, en otras palabras, son falsedades (mentiras) o sea tergiversación de la realidad. En cuanto a que el régimen depuesto hubiese hecho desarrollar al país, se puede observar lo siguiente:
1.- La mentada prosperidad no fue producto, ni muchísimo menos del desarrollo de la economía interna del país, que no existió, en absoluto, sino exclusivo efecto de los considerables ingresos económicos de origen externo que reportaron tres renglones: 1) el altísimo precios de dos materias primas de exportación (gas y estaño);
2) las remesas de ciudadanos bolivianos desde el exterior y 3) el narcotráfico. Precisamente, cuanto empezó el gobierno de Morales- García se produjo el increíble alza de precio del petróleo de 20 dólares a 150 dólares el barril y el del estaño de 2 dólares a 15 dólares la libra, precios que, hasta entonces, se mantenían en niveles bajos.
Además el gobierno de EMA recibió las industrias de gas y minerales en pleno funcionamiento, sin haber hecho ni el menor esfuerzo para establecerlas. Gracias a esos enormes precios, el gobierno populista recibió en 14 años cerca de cien mil millones de dólares, Ingreso que jamás Bolivia, en su vida de 150 años, recibió por exportación de estaño, pues aún no producía gas. Esos enormes ingresos que dispuso Morales Ayma sirvieron para algunas inversiones faraónicas, el despilfarro y la corrupción.
En efecto, durante los catorce años anteriores a los del jeque andino, el Estado boliviano apenas recibió menos de la cuarta parte de lo que obtuvo el presidente Morales, escasez que originaba políticas de austeridad permanente, solicitar créditos externos, a diferencia de lo ocurrido con el gobierno EMA, que disponía de ilimitada cantidad de divisas a su libre albedrío y que rebasaban las arcas fiscales.
Esa fantástica abundancia de divisas que disponía EMA para gastos sin control alguno, crearon la ilusión de “progreso” y “prosperidad” del país, aspectos que algunos sectores nativos y gobiernos extranjeros atribuyeron al régimen destronado y de los que deberá rendir cuenta en un juicio de responsabilidades para justificar dónde fueron a parar y por qué se malgastaron en forma arbitraria.
En síntesis, se subraya que la bonanza que registró el país en el triple sexenio se basó en ingresos elevados por los altos precios del gas y estaño. Atribuir a otros factores la bonanza que hubo en esos años es mentir. El segundo argumento del binomio mentiroso se refiere a supuestos beneficios a favor de los indígenas y campesinos aymaras, quechuas, etc.
Al respecto, esos sectores no recibieron beneficio. Al contrario, fueron empobrecidos directamente. En efecto, hasta la llegada al poder del comunario de Orinoca, indígenas y campesinos gozaban, desde 70 años atrás, del derecho de propiedad sobre sus parcelas.
Pero el gobierno Morales-García les arrebató ese derecho de propiedad, condenándolos a un proceso incontenible de empobrecimiento. Es más, empezó a quitarles la tierra misma.
Los convirtió de propietarios en meros tenedores de sus tierras al no poder comercializarlas, ni trabajarlas. A la vez, impulsó formas de colonato feudal en el trabajo de la tierra, lo cual produjo la ruina de la agricultura andina, que dio lugar a que desaparezca la producción nacional y el gobierno tenga que acudir a grandes compras de alimentos del exterior y fomentar el contrabando para abastecer los mercados de consumo urbanos.
En forma concreta, el “gobierno indígena” fue un gobierno antiindígena y anticampesino, no solo por las medidas agrarias, como las dictadas por Melgarejo, sino peores que de los españoles o los incas.
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