Fermín Cáceres B.
Los precios del petróleo y del gas son como la ruleta, un riesgo permanente, por eso se impone la sensatez.
Los países productores de hidrocarburos apostaron por planes de desarrollo inalcanzables que solo les ha causado fuertes deudas. Estas deudas colocan a esos países en desventaja por temor a represalias de los países consumidores. Estos países productores temen que los industrializados no les compren su producción y de esta forma no podrán continuar con sus planes de desarrollo.
¿Han traído algún mal el petróleo y el gas? Claro que sí; cuidado con la abundancia, el derroche, cuidado con estas ficticias vacas gordas y ahí tienes el resultado; corrupción. La abundancia de hidrocarburos trae muchas responsabilidades a nivel público y a nivel privado. Pero se dejaron llevar por la abundancia del recurso natural, ¿y el resultado?, dinero para aquí, millones para allá, ricos de un día para otro. Parece que el no saber administrar es un mal nacional. No, no es un mal nacional, es un mal en el que han caído muchos bolivianos. La mala administración se fundamenta en el derroche. Mientras el gas nos produce dinero fácilmente, continuaremos derrochándolo. Solamente los bienes adquieren verdadero valor si se consigue a fuerza de trabajo, de esfuerzos. El gas bajo tierra es equivalente a dinero en el banco para las futuras generaciones. Pero nosotros no queremos ahorrar sino derrochar. Este es el mal y de él proceden las quiebras.
El bienestar exige un grado de desarrollo, pero debe desarrollarse únicamente en la medida en que sea necesario para alcanzar el bienestar nacional o individual, porque la opinión del ciudadano es más importante que las opiniones de muchos técnicos-políticos.
¿Y la democracia? ¡Qué ha pasado! el gas nos está llevando a la ruina, equivale a la codicia individual. Muchísimos se han enriquecido. Muchísimos se han empobrecido. Nada ha pasado... y ha pasado tanto, está pasando tanto. Hay que levantar el grito, tenemos que levantar la voz; decir, repetir, insistir en que el gas puede convertirse en el peor mal de nuestro país. Todavía hay tiempo para corregir.
¿Restituir la agricultura? ¡Por qué no! Bolivia fue siempre país agrícola. Solamente le explotación gasífera y minera mató el vientre del campo.
¿Restituir la educación? ¡Claro que sí!, El elemento más rentable de cualquier país es el elemento humano, incluso el más rentable económicamente. Pero no lo estamos preparando para que sea humano ni para que sea más rentable.
¿Reducir la inseguridad social?, por supuesto, la abundancia incontrolada de determinados sectores ha producido también el descontrol de la delincuencia.
¿Todos nuestros males se deben al gas? No, no se quiere decir. El gas no es un mal, es el uso que le están dando. Es la educación gasífera que estamos almacenando. Es el ser humano incontrolado, que se refugia en la tranquilidad de una falsa abundancia ¿Cómo va ser un mal el gas? Pero puede ser una excusa para el mal. “Mientras el gas nos produzca dinero fácilmente continuaremos derrochándolo”. Y no solo derrochamos el gas, sino también derrochamos la conciencia.
Estamos viviendo en una falsa sociedad; falsas importaciones, falsos lujos, falsa mentalidad. Nos hemos creado la mentalidad de ricos, y no lo somos. Por eso pido una revolución contra el desarrollismo. Por eso prefiero una revolución hacia el bienestar. Desarrollo y bienestar, dos palabras claves que salen con una fuerza impresionante.
Todo el mundo sabe que cuando se come demasiado rápido se expone a una indigestión. Si nuestra producción gasífera aumenta, Bolivia sufrirá una indigestión económica. Debemos pretender que Bolivia fuera un país más rural, más inclinada hacia el campo, por ser la única que nos conducirá a una relativa igualdad. Porque igualdad es el verdadero sentido de la palabra. Pero los motores del progreso económico son nuestros profesionales, técnicos, empresarios y hombres de negocios.
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