Parte II
Fue realmente impresionante y deplorable, la desinformación que circuló a través del mundo en relación con los hechos ocurridos en Bolivia. Se confirma la amenaza del periodismo del espectáculo. Por la presión capitalista, de vender rápidamente la información, en vista de, ante todo, satisfacer las expectativas del consumidor, el periodista realiza un trabajo incompleto e inexacto, sin una investigación seria previa. En lugar de esto, predominó el instintivo reflejo humano de llegar a un sitio y conmoverse de gente pobre, vulnerable, marchando con vestimentas indígenas y mostrando desgarramiento.
Entonces, o bien decidimos confeccionar la historia, instintivamente, en su defensa, obrando únicamente bajo el efecto de la conmoción, sin importarnos la verdad, para sentirnos, sobre todo, bien con nosotros mismos; o bien, nos quedamos más de los tres días asignados, e investigamos qué hay detrás de esta puesta en escena, ¿cuál es la verdad? Aunque esa desinformación, para los que estuvimos viviendo lo que realmente pasó, no tenga importancia, porque, al fin y al cabo, no superó el nivel de chisme, para la comunidad internacional sí tiene importancia, por lo que, a pesar de que, en algunos casos, se reciba la noticia como cuando se lee un cómic, sí contribuye a poner en riesgo la vida de millones de bolivian@s que combatieron, muy valientemente, para recuperar la democracia.
Por eso, se hace un llamado a los periodistas internacionales, a realizar un trabajo más inteligente y responsable, menos emocional y con una mejor investigación. Aunque la imagen desgarradora pueda generar más noticia, podría tratarse, tan solo, de una manipulación. Algunos jefes de Estados si bien dirán que apoyan a Evo, en el momento de saludarlo lo hacen con condescendencia, agarrándolo del cuello, dándole palmaditas en el rostro. Apoyar a una persona por solo tener rasgos indígenas, sin considerarlo como un ser humano capaz de lo bueno como de lo malo, es también racismo.
El detalle es que, a pesar del gran espectáculo que se formó para salir a socorrer al que juega de víctima, el Pueblo Boliviano conoce la verdad y su Historia le pertenece. En Bolivia hubo un fraude electoral comprobado, cuyos responsables son los dirigentes del partido del MAS, de unas elecciones a las que, además, se presentaron de manera ilegal. Al auto-declararse ganadores, en estas condiciones, fueron ellos quienes perpetraron un golpe de Estado. El querer volcar la situación, al posicionarse ellos como víctimas, es lo que se llama manipulación básica.
En el imaginario colectivo, los golpes de Estado son frecuentemente asociados a los militares. Pero existen varios tipos de golpes de Estado, y no todos son malos. El Pueblo Boliviano, junto con su policía y su ejército militar, derrocó a un gobierno abusivo y autoritario. Y, para los que nunca pusieron un cabello para arriesgar sus vidas en nombre de causa alguna o para salvar a nadie, es predecible que no entiendan que la intervención de los militares era necesaria. Frente a gente que había sido armada, y andaba quemando casas y destruyendo todo en su camino, era necesaria esta intervención para defender a una Resistencia, muy joven, entre 18 y 25 años, sin armas y hasta a veces sin protección básica.
Recientemente declararon los que estaban destinados a lanzar bombas molotov a la Resistencia que estaba resguardando la plaza Murillo, acto que hubiese provocado, al menos, 50 muert@s. Es verdad que Evo es más conocido que est@s jóvenes, pero no por esto sus vidas tienen menor valor, tampoco las que Evo sacrificó en su nombre, en Senkata o Sacaba. Que se critique la Biblia que entró al Palacio de gobierno pero tampoco se considere a Evo como a un dios. Se queda grabada la victoria del Pueblo Boliviano contra el ex-gobierno anti-democrático de Evo Morales y Álvaro García Linera, contra el Narco-Estado represor de los pueblos indígenas (Tipnis, El Bala, Tariquía, corrupción del Fondo Indígena), violador de los derechos humanos y medioambientales, por lo que se exigirá un juicio de responsabilidades.
Es, por demás lamentable, que la mayor inversión social de un Gobierno, en el que much@s depositamos verdaderas y sinceras esperanzas, haya consistido en cómo aferrarse al poder, no sembrando otra cosa más que odio y revanchismo entre las poblaciones más excluidas, para luego usarlas como carne de cañón. Y ahora que el país se pacificó, sin olvidar a todas sus víctimas, y después de haber estado de luto por todas ellas, no nos impedimos de disfrutar plenamente de este momento, al volver a sentirnos en un ambiente democrático. Lo que se debe retener de los últimos acontecimientos históricos en Bolivia, es que fue la victoria del Pueblo Boliviano, del que salió, de aquí sí, millones, de todos los departamentos del país, a luchar por la Democracia, por resguardar su Libertad y su derecho de Soberanía.
Ahora, nuestro deber y principal desafío es hacer valer a largo plazo esta victoria, al continuar apoyando la emancipación de los Pueblos Originarios, así como formando y eligiendo a verdader@s líderes, y ya no a caudillos de “izquierda” o de “derecha”.
La autora es Magister en Derechos Humanos.
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