Clepsidra
Los rocambolescos acontecimientos que tuvieron como escenario la embajada de México en La Paz, y que caracterizaron nuestras fiestas de fin de año, tornándolas inmemoriales, se van esclareciendo a medida que los protagonistas gallegos de dicho adefesio comenzaron a desembuchar los entretelones de tan insólita hazaña, sólo comparable a los dislates del famoso inspector Clouseau, en la serie fílmica “La Pantera Rosa”.
Como es sabido, la proeza se inició a las 08:00 horas de la mañana del día de inocentes, cuando Dña. Cristina Borreguero, Encargada de Negocios del Reino de España, resolvió realizar una “visita de cortesía” a la embajadora de México, acompañada por el Cónsul español y escoltada por comandos especializados en acciones de rescate, que acudieron encapuchados y armados a dicha entrevista.
Es de suponer que la tempranera, como sorpresiva visita a la diplomática azteca, a más de causarle la pérdida del turno en la larga cola de espera a los tocadores de dicha residencia, por la enorme cantidad de huéspedes que alberga, motivó también la pérdida de su empleo, por la connotación que supuso ese inaudito encontronazo, sujeto sólo a dos hipótesis para entenderlo: o la encargada de negocios se extralimitó, o tenía instrucciones de hablar con la mexicana, para que España ayude a sacar de la embajada a las exautoridades del gobierno de Evo Morales, sobre las cuales pesan acusaciones por varios delitos.
Para agravar aún más este zafarrancho, los pasaportes que los 6 rambos gallegos presentaron a su ingreso a Bolivia son falsos, y no corresponden ni a sus nombres, ni a sus caras. Es más, se sabe que España concede dicho tipo de documento precisamente a agentes que salen en misiones especiales, por lo que se considera que este tema era de conocimiento del presidente español Pedro Sánchez, socio y cómplice de su candidato a vicepresidente, Pablo Iglesias, y de toda su banda de bribones como: J.C. Monedero, Iñigo Errejon, A. Garzón, etc., mafia que dio fin con las arcas venezolanas; además de iniciar su asalto a las nuestras y a la de otros ingenuos del Foro de Sao Paulo, convertido actualmente en el Grupo de Puebla.
De ahí se deduce que el afán de rescatar a los exministros Arce y Quintana estuvo ligado, entre otros, a dos motivos esenciales: primero, los pagos que ellos hacían al Centro de Estudios Políticos y Sociales, una entelequia española perteneciente al partido Podemos, de Pablo Iglesias, con sede en Valencia, en la calle signada con el sugestivo nombre de “Carniceros #8” y luego: el sonado caso “Neurona”, una trama de corrupción perteneciente al mismo Iglesias, con base en México, y comprometida en la campaña electoral del MAS en 2014 y al financiamiento de la campaña electoral del mexicano López Obrador.
Por lo que el amable lector habrá podido deducir de esta síntesis, si bien pudimos librarnos de un gobierno que, más que una satrapía, obedecía al funesto eje conformado por los países que han hecho parte del Foro de Sao Paulo, hoy aún persiste la amenaza de ese polo residual, férreamente ligado al crimen organizado y monitoreado desde Irán, La Habana, Caracas, Buenos Aires y dirigido desde México lindo y herido.
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