La cultura democrática intercultural sería formalmente la articulación de valores correspondientes a las tres formas democráticas descritas en nuestra Constitución Política del Estado: directa y participativa, representativa y comunitaria, ergo, no excluye ninguna de las prácticas desarrolladas por el pueblo boliviano a lo largo de su historia política, por el contrario, incorpora a las que estuvieron ausentes en la normativa jurídica.
La Ley 026 del Régimen Electoral de 2010 identifica a la democracia intercultural como una “nueva” forma de democracia; según los artículos 7 y 11 se sustenta en el ejercicio complementario y en igualdad de condiciones, y se garantiza la equidad de género y la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.
La democracia intercultural incorpora a la democracia comunitaria, practicada por los pueblos y naciones indígena originaria campesinas, con base en sus normas y procedimientos propios.
Hace referencia a los valores y conductas democráticas que abarcan no solo la parte electoral, sino también la convivencia respetuosa entre gobernados y gobernantes.
La práctica electoral acumulada en casi cuatro décadas de democracia, con varios procesos electorales e importantes niveles de participación de la ciudadanía, demuestran un elevado conocimiento del ejercicio de los derechos políticos.
La interculturalidad es un modelo de relación entre culturas diferentes. La identidad cultural está definida históricamente y al ser producto de la colectividad tiene un carácter inmaterial, que no se mantiene puro, debido a que está influenciada por diferentes aspectos, lo cual se constituye en su propio desarrollo histórico.
El uso del adjetivo intercultural se remonta a la antropología aplicada en América Latina de los años 50 del Siglo XX. Especialmente antropólogos venezolanos y mexicanos comenzaron a referirse al tema (en educación y en salud), a la interacción entre iniciativas de integración lideradas por el Estado y por actores no-indígenas, pero enfocadas hacia las culturas indígenas. A finales del Siglo XX es cuando empieza a ganar mayor terreno, luego de haber interactuado con las nociones de interculturalidad de Estados Unidos y Europa.
El problema que se presenta ahora es cómo construir la democracia intercultural sobre los “pasos ya dados”, entonces, surge la siguiente pregunta: ¿Qué se debe hacer, para que esta formalidad se traduzca en una verdadera convivencia democrática?
La democracia intercultural está colmada por términos que la “adornan” y en el fondo, según dicen muchos especialistas en temas electorales, son parámetros básicos y/o mínimos, que solo sirven como métodos de selección de gobernantes, donde se convoca periódicamente al pueblo de forma obligatoria.
Para afrontar y superar los desafíos de la democracia intercultural es imprescindible una institucionalidad electoral inteligente y estratégica, es decir, un Órgano Electoral Plurinacional que sea capaz de valorar las prácticas y memorias colectivas heredadas, identificar los problemas y obstáculos, y, anticiparse a los cambios. Uno de los instrumentos para tener esta aptitud organizacional es la Planificación Estratégica y un Plan Estratégico Institucional.
La necesidad de este instrumento es importante en el caso de asumir el desafío de la función electoral a fin de garantizar el ejercicio pleno de la democracia intercultural. Este modelo democrático, a la fecha, solo tiene una configuración constitucional y legal, todavía no constituye una práctica o una realidad democrática.
El Art. 6 de la mencionada Ley 026 indica, respecto a la cultura democrática intercultural, que “el Órgano Electoral Plurinacional, a través del Servicio Intercultural de Fortalecimiento Democrático, impulsará el conocimiento y ejercicio de los derechos y deberes políticos de las bolivianas y los bolivianos como base para la consolidación de una cultura democrática intercultural en todos los ámbitos de la sociedad y el Estado”.
Es posible que la entidad electoral tenga ideas claras sobre la implementación de una efectiva cultura democrática intercultural, empero, todavía para la ciudadanía sigue siendo un entresijo, pese a los primeros intentos que se dieron desde las elecciones generales de diciembre de 2009 y las subnacionales de abril de 2010.
El autor es Politólogo – Abogado, docente Unifranz.
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