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El peligro de la intolerancia

José Antonio Navia Alanez

Estamos en una época de grandes progresos y adelantos científicos, vivimos diversas realidades para ser un modelo de comunidad. Para adecuarnos a este modelo de vida es muy necesaria y determinante la transformación de la mentalidad del hombre. Y para llegar a este objetivo es muy importante la formación en valores, porque implica estudio de la ética y la moral. Todos debemos tener un ideal o un proyecto de autorrealización para mejorar nuestra educación cívica, moral y así seremos unos ciudadanos conscientes de nuestros derechos y deberes y seremos más comprensibles y más tolerantes.

Cuando el ser humano desconoce las virtudes, en su interior se produce un movimiento destructivo que pone freno a los valores, y su conducta la sociedad la rechaza, por sus frutos tan pésimos y se crea odios, rivalidades, todo esto pasa por no comprender y practicar los valores morales. La sociedad de hoy está pasando por situaciones dramáticas, (crisis sociales), donde se ve y se escucha incomprensión, maltrato, violencia, racismo, injusticia, intolerancia, etc. A veces el ser humano es incapaz de percibir lo que está pasando en nuestra sociedad, tenemos ojos pero no vemos, tenemos oídos, pero no escuchamos, tenemos corazón, pero no sentimos.

En estas situaciones críticas es el momento de volver a leer el texto bíblico, y en sus páginas encontraremos un mensaje de esperanza, que nos ayudará a redescubrir la palabra viva. En el Nuevo Testamento, en el libro de (Colonisenses 3:12-13), habla sobre la conducta del hombre que dice “Dios los amo, y los ha escogido para que pertenezcan al pueblo santo. Revístanse de sentimientos de compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia. Sopórtense unos a otros, y perdónense si alguno tiene una queja con otro. Así como el Señor los perdona, perdonen también ustedes”.

Lo que pasó en nuestro país, en noviembre de 2019, fue intolerancia insoportable, dirigentes de Juntas de Vecinos y líderes empezaron a encender las pasiones del pueblo, con instrumentos propagandísticos, utilizaron palabras sugestivas, gráficas, y las pusieron el alcance de los ciudadanos, y las frases que utilizaron los arrastraron a cometer acciones equivocadas.

De todo lo expuesto por los dirigentes de Juntas de Vecinos, era lícito y de imperiosa necesidad que ellos conozcan las verdades fundamentales de la vida cristiana, revistiéndose de misericordia, benignidad, humildad, mansedumbre, tolerancia, es decir virtudes humanas, que todos debemos practicarlas, para perfeccionar nuestro entendimiento, nuestra voluntad y nuestra disciplina. Es menester que ciudadanos y dirigentes de Juntas de Vecinos practiquen estas virtudes humanas, en caso contrario, cuando existan problemas sociales coyunturales, los problemas y las necesidades los interpretarán mal, y los llevarán a cometer barbaridades, sin vacilaciones, ni escrúpulos, como ocurrió en la ciudad de El Alto, donde por causa del fraude electoral se vio asaltos a la propiedad privada, destrozos de bienes del Estado, vandalismo, saqueos, maltrato a las personas.

Si revisamos la historia mundial, encontraremos dolorosos capítulos de intolerancia en los campos social, político y religioso. Citaremos algunos ejemplos. La colonización de América trajo esclavitud, sometimiento. La Inquisición en la Edad Media restringió la libertad de pensamiento; durante la Segunda Guerra Mundial se eliminó millones de vidas humanas; las dictaduras militares en América trajeron dolor y sufrimiento. Al referirse a la intolerancia, el libro de Proverbios del Antiguo Testamento nos enseña un modelo de sabiduría, que a todos nos debe hacer reflexionar.

En uno de sus capítulos dice: “Hay seis cosas, y hasta siete, que el Señor aborrece por completo: los ojos altaneros, la lengua mentirosa, las manos que asesinan a gente inocente, la mente que elabora planes perversos, los pies que corren ansiosos hacia el mal, el testigo falso y mentiroso, y el que provoca peleas entre hermanos”. (Proverbios 6,16-19).

Las características principales de líderes o dirigentes deben ser la inteligencia, honradez, equidad, justicia, fortaleza, consagración, humildad, igualdad, equidad, tener ciertos principios, ser reflexivos, tener buenos hábitos de vida, tener buenas actitudes, correcto comportamiento, y lo más importante, despojarnos de la intolerancia, porque la intolerancia nos vuelve arrogantes, y perdemos la capacidad de autocrítica.

Es intolerante aquel que se desespera o que quiere justificar con un mal procedimiento una aspiración errónea. Por todo ello, reflexionemos sobre nuestra espiritualidad, hagamos conciencia crítica para así construir una sociedad justa, con todos los beneficios en el orden individual, familiar y social que tanto anhelamos. Si todo esto lo practicamos, nos llevará a un verdadero progreso ideal, y nos conducirá a una verdadera libertad moral.

El autor es Teólogo.

 
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