Derechos Humanos
> Acción sobre la Violencia Armada constató un descenso global de víctimas pero alarmantes aumentos en Afganistán, Somalia y, sobre todo, Libia
Casi 30.000 personas murieron o resultaron heridas en todo el mundo a lo largo de 2019 por armas explosivas -- minas, bombas, morteros, cohetes, etcétera --, en un año en el que, si bien se ha registrado cierto descenso generalizado en el número de afectados, el aumento concreto de víctimas registrado en países como Afganistán, Somalia y, sobre todo, Libia, avisa de que la guerra puede volver a empezar en cualquier momento y demuestra que la paz es un concepto más frágil que nunca, en palabras de la ONG Acción sobre la Violencia Armada (AOAV, por sus siglas en inglés), responsable del recuento.
Si algo destaca la AOAV es que, una vez más y ya van nueve años consecutivos, la población civil conforma la mayoría de las víctimas del estudio: 19.407 del total de 29.999 muertos y heridos reflejado en el informe, un 66 por ciento.
Este número ha sido extraído a partir de las noticias de los medios de comunicación recogidas por la organización, que publicará cifras más exactas a lo largo de este año. Sin embargo, los responsables del estudio consideran que el material recogido es suficientemente preciso como para ofrecer una panorámica de un mundo en el que los civiles “siguen cargando con el peso del dolor”.
En especial, los residentes en zonas urbanas de conflicto permanecen absolutamente indefensos ante el uso de esta clase de munición, parte de la cual (las bombas abandonadas en carreteras o los barriles explosivos usados en bombardeos) es indiscriminada por naturaleza. Así, “cuando las armas explosivas son empleadas en zonas pobladas, el número de civiles
muertos y heridos se dispara al 90 por ciento del total de fallecidos en estos ataques”, lamenta la ONG.
DESCENSO GENERAL,
SUBIDAS PUNTUALES
El número global de víctimas civiles registrado en los últimos 12 meses es un 13 por ciento menor que 2018, que registró un total de 22.350 muertos y heridos, y se reparte entre menos lugares, 58 países por 64 en el año anterior. Particularmente destacable es el caso de Siria, donde el número de víctimas ha descendido un 25 por ciento en 2019 (7.268 por 9.587 en 2018), a pesar de cierto incremento en los últimos meses del año pasado por la retirada de Estados Unidos y la subsiguiente ofensiva militar turca en el norte del país.
La AOAV llama a la precaución, sin embargo, porque el número de víctimas ha subido en once de estos territorios: Afganistán, Somalia, Libia, Sri Lanka, India, Filipinas, Turquía, Gaza, Egipto, Colombia y Birmania. Los tres primeros, y Libia en particular, son los casos más alarmantes.
El país norteafricano no solo ha registrado el mayor número de incidentes con armas explosivas, 125, desde 2011 sino que las 900 víctimas registradas suponen un aumento del 131 por ciento respecto de las 392 en 2018, muy en parte por el asedio protagonizado por las fuerzas del Ejército Nacional Libio, liderado por el mariscal Jalifa Haftar, contra el Gobierno del país en la capital, Trípoli, legitimado por la comunidad internacional.
Por lo que toca a Afganistán, la AOAV constata el número más alto de incidentes con armas explosivas desde que comenzó a estudiar este fenómeno en 2011: un total de 822. En consecuencia, el país centroasiático ha registrado un repunte del 9 por ciento en las víctimas civiles (4.638 muertos y heridos el año pasado por los 4.268 de 2018) caracterizado por la extraordinaria subida de los afectados por la violencia talibán, responsables de 1.896 de ellas frente a los 661 en 2018; un aumento del 187 por ciento.
Por último, Somalia ha roto la tendencia positiva marcada en 2017 y 2018 al registrar 945 víctimas civiles en 2019 frente a las 832 de 2018, y lo ha hecho con un rasgo significativo: en menos ataques. A juicio de la AOAV, esta circunstancia puede deberse a un cambio en el ‘modus operandi’ del máximo responsable de estas acciones, el grupo terrorista Al Shabaab, que ha preferido abandonar parcialmente sus emboscadas para concentrarse en las masacres urbanas.
Y, para concluir: el número de incidentes en ataques aéreos, un total de 1.305, es el segundo más alto desde 2011. Los bombardeos son los principales causantes de las víctimas, pero si por algo se ha caracterizado el año pasado es por el aumento de ataques de artillería, un total de 1.067, los más numerosos en casi una década. Finalmente, en lo que se refiere a los atentados suicida, la AOAV ha constatado 133 ataques de esta naturaleza en 2019 que han matado o mutilado a 5.131 personas.
Por todo ello, “si bien la situación tiende a la reducción global, el repunte que hemos visto en algunos países demuestra que 2020 tiene potencial para atestiguar una nueva guerra en Oriente Próximo, porque el año pasado nos ha recordado lo frágil que es la paz”, ha concluido el director ejecutivo de AOAV, Ian Overton. (EUROPA PRESS)
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