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Expresidente

Morales apeló nuevamente al discurso de guerra



Al parecer, los conflictos tras la renuncia de Morales fueron dirigidos desde el exterior del país.

El político y dirigente Evo Morales habló de conformar “milicias armadas populares”, una suerte de grupos paramilitares que se encarguen de hacer el trabajo sucio contra la oposición ciudadana a sus 14 años de régimen. Sus palabras fueron criticadas, pero estas amenazas al orden público y la paz no son nuevas, sino parte del discurso incendiario que el cocalero y exmandatario siempre usó para su beneficio.

Morales comenzó su carrera al poder desde la secretaría de deportes de los cocaleros del Chapare a finales de los años 80. Sin embargo, su paso a la arena política la dio en 1997 como diputado del trópico cochabambino por filas de la Izquierda Unida, mientras se gestaba el propio “instrumento” de los cocaleros, precisamente bautizado como Instrumento por la Soberanía de los Pueblos (IPSP).

Ese IPSP luego recibiría su “nombre de pila” cuando el exdirigente de Falange Socialista Boliviana (FSB), David Añez Pedraza, le regalara al colonizador la sigla del Movimiento Al Socialismo Unzaguista (MAS-U), con la que, sin la “U”, Morales candidatearía por primera vez a la Presidencia en 2002.

En ese ínterin, el colonizador desataría su “lucha de clases” sindical y aplicaría lo aprendido sobre “antiimperialismo” en las aulas de Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) que abarcaron al “indigenismo” como nueva corriente ideológica aliada a la izquierda ortodoxa, llamándola “sujeto histórico”.

Morales sería protagonista de la brutal masacre de cuatro personas en octubre de 2000, tres efectivos de la Policía, los sargentos Gabriel Chambi y Silvano Arroyo, además del teniente David Andrade y su esposa Graciela Alfaro. Una testigo, joven comunaria de la zona, implicó al vitalicio secretario ejecutivo de las seis federaciones, como quien ordenó a sangre fría “háganlos desaparecer”, tal vez sin saber que a Andrade lo molerían a picotazos, mientras observaba la violación de su esposa, a quien en vida le cortaron los senos.

El caso nunca prosperó ni cuando el mentor de Morales, el sindicalista minero Filemón Escóbar, lo señaló personalmente, poco antes de morir por cáncer, de haber sido parte del asesinato de los esposos Andrade.

Del caso se investigó como sospechosos a Margarita Terán, entonces pareja de Morales y vinculada al narcotráfico, junto a Marcelino Vargas, Wilson Ramos, Florián Nina, Guido Vargas, un alias Mokotaki y Crisóstomo Rodríguez, posible familiar del ahora segundo de los cocaleros del Chapare, Andrónico Rodríguez, quien pretende ser el sucesor de caudillo masista en el MAS y la Presidencia del Estado.

“Si de acá, a poco tiempo, si volvería o alguien vuelva, hay que organizar como Venezuela milicias armadas del pueblo”, dijo Morales el pasado domingo en la radio cocalera Kawsachum Coca, desde su asilo en Argentina.

La presidenta constitucional Jeanine Añez respondió más tarde, mediante su cuenta en Twitter, alertando el carácter belicoso del exmandatario.

“Las declaraciones de Morales sólo demuestran que la paz, la reconciliación y la democracia nunca fueron opciones para él. Ante la intención de sembrar terror y violencia sólo encontrarán al pueblo boliviano unido, y frente a las amenazas nuestra más profunda vocación democrática”.

Evo Morales siguió su trayectoria al poder sin mayor problema entre finales de 2001 y enero de 2002, cuando bajo su liderazgo los cocaleros de Sacaba mataron a siete personas, entre militares, policías y cocaleros, con la excusa que se abrogue el Decreto Supremo 22415 de regulación y prohibición a la comercialización de la “hoja sagrada” de esa zona no tradicional, emitido durante el gobierno del presidente Jorge Quiroga.

“Yo he enterrado soldados que Evo Morales ha mandado a asesinar, a torturar, a matar; a soldados que buscaban erradicar la coca que se iba a la cocaína, los reprimía salvajemente, les ponía cazabobos. Evo Morales siempre fue violento y cobarde (...), es bueno que ahora el mundo lo sepa”, declaró Quiroga, recordando esos días de luto entre el 17 y 20 de enero de 2002.

Además de los fallecidos, unos 60 heridos fue el saldo de la “guerra de la coca”, un nombre que el sindicalismo de extrema izquierda aplicaría como narrativa propia en la “guerra del agua” en Cochabamba y la “guerra del gas” en El Alto.

El gobierno de Quiroga arrestó a decenas de cocaleros, entre ellos, Feliciano Mamani, Silvia Lazarte, Reynaldo Ledezma, Oswaldo Taco, Leonilda Zurita, Delfín Olivera y Luis Cutipa, estos últimos dos señalados, junto a Evo Morales, como cabecillas de la violencia en Sacaba, pues días antes habían convocado a crear el “ejército cocalero”, según reseña una publicación de la desaparecida agencia noticiosa Jatha.

Luego del exabrupto de este 12 de enero, a dos meses y dos días de su renuncia y posterior abandono de funciones, Morales trató de endulzar su declaración para no quedar mal con el gobierno de Argentina, pues la Cancillería del Estado boliviano ya comunicó su malestar porque se permita a un asilado hacer llamados a la sedición y violencia.

“Para no perjudicar a un país, tal vez prefiero estar encarcelado en Bolivia, que estar perjudicando a un país”, dijo Morales a Telesur, pero inmediatamente sacó su carácter belicoso y racista. “Hasta ahora no puede destrozarnos y felizmente nuevamente el movimiento indígena originario con mucha fuerza se levanta”.

Morales se victimiza ante la comunidad internacional, por un lado, pero cuando hace referencias o intervenciones directas en Bolivia llama a confrontar, como sucedió en las semanas de tensión de noviembre que vivió el país. Una llamada suya a Faustino Yujra, prófugo por narcotráfico y ahora sedición, delató al jefe cocalero instruyendo que las organizaciones sociales cerquen las ciudades y eviten el paso de alimentos.

En otra comunicación, con la llamada “ala radical” del masismo que aún persiste en la Asamblea Legislativa, Morales pidió mayor presión para atentar contra el Gobierno Constitucional de Transición. En pocas palabras reclamó “hacer temblar” a la presidenta Añez.

Para este 22 de enero, a 18 años de las muertes de Sacaba, se tiene previsto que Morales intente convocar a sus bases fieles en Buenos Aires, para lanzar un “mensaje a la nación”, pues el jefe del MAS todavía se proclama presidente del Estado Plurinacional.

El diputado Amilcar Barral, desde plaza Murillo, sugirió que Morales consulte un psiquiatra, pues sus constantes declaraciones fuera de la realidad pueden ser riesgosas para su salud y la vida de los bolivianos. (visorbolivia.com)

 
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