El pueblo de La Paz, encabezando a todos los del país, derrocó hace casi 150 años al gobierno autocrático de Mariano Melgarejo que gobernó seis años al país, caracterizado por de una ola de violencia, corrupción y arbitrariedades con base en una política antinacional que convertía a Bolivia en una colonia feudal y destruía todos sus valores y principios democráticos.
Una insurrección popular puso en el poder al Cnl. Agustín Morales, el mismo que de inmediato anuló todas las disposiciones dictadas por la tiranía y colocó al país en su verdadera senda democrática y nacional. Al mismo tiempo, se organizó un Gobierno provisional revolucionario que, de inmediato, convocó a elecciones para una Asamblea Constituyente que complete la obra del levantamiento y, en especial, dicte una nueva Constitución, sustituyendo la del irresponsable déspota que conducía a la nación a situación catastrófica.
En el año 1870, la oposición al anarquismo melgarejista se extendió y a fines de octubre se insurreccionó el pueblo de Potosí, a donde el autócrata se dirigió con su ejército que, finalmente, tomó esa ciudad derribando sus barricadas y sometiéndolo a represión; pero cuando festejaba la victoria supo que, a sus espaldas, se insurreccionó la ciudad de La Paz, a donde marchó de inmediato, llegando a El Alto para proceder a bombardearla, previo asalto de sus tropas con la oferta de que si triunfaban, serían recompensadas con un saqueo vandálico, a fin de eliminar para siempre a la oposición.
Ante la presencia del tirano, el pueblo paceño se organizó de inmediato para la defensa, a la cabeza del coronel Hilarión Daza, que encabezó la construcción de barricadas y organizó la lucha para evitar el retorno de Melgarejo.
En efecto, en la mañana del 15 de enero de 1871 Melgarejo inició el ataque a la ciudad con el asalto por la zona de la Plaza Alonso de Mendoza, operación que fue resistida todo el día por el pueblo, aunque a media tarde éste empezó a perder terreno al extremo de que los atacantes llegaron hasta lo que hoy es el principio de la calle Comercio. Es más, ocuparon las primeras casas, momento en que los defensores de la democracia pasaron a la contra ofensiva incendiando los edificios y poniendo en retirada a los invasores, mientras Melgarejo en la Plaza Alonso de Mendoza exigía mayor energía en el asalto.
No obstante la ferocidad del ataque del ejército melgarejista, las barricadas paceñas duplicaron sus esfuerzos y pusieron en fuga al tirano que, de inmediato, galopó a El Alto y de allí al Desaguadero, frontera de Perú, para ponerse a salvo en medio del acoso de miles de campesinos que le perseguían y rodeaban para darle muerte.
Así terminó el sexenio del despotismo de Melgarejo. Pero no solo terminó el gobierno, sino también se puso fin al régimen, clausurando el Congreso, reorganizando la administración pública, anulando toda su legislación, eliminando la corrupción y organizando la defensa para evitar la restauración del viejo orden, a la vez que se ponía al país como ejemplo inmarcesible, en su línea de libertades nacionales y democráticas.
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