España ha elegido un gobierno de tendencia izquierdista. Para refrescar la memoria, en este marco, es menester reiterar que Bolivia ha cambiado, por decisión de su pueblo, el rumbo de su historia. Es decir que se ha apartado de los lineamientos del chavismo, desde noviembre del pasado reciente. Ahora es demócrata, en libertad.
Aquéllos izquierdistas se equivocaron, de cabo a rabo, al enviarnos “encapuchados” del Grupo Especial de Operaciones (GEO), para intimidarnos, con sus proyectos oscuros y tenebrosos, pero que salieron despavoridos ante la reacción de la ciudadanía que vive próxima a la residencia de México, en La Paz. Ellos ingresaron al país con pasaportes diplomáticos, como “apoyo técnico”. Y provocaron el incidente que es de conocimiento público.
La gente ha cambiado y la mentalidad política también. Pero el repudio al sometimiento ibérico no ha cesado ni cesará, por cuanto éste hizo de los pobladores del Alto Perú un objeto de oprobiosa servidumbre. Generaciones íntegras vivieron traumadas y abrumadas por ese trato inhumano y, por lo tanto, ningún alto-peruano admitía con resignación esa actitud que ofendía, humillaba y maltrataba. Fue degradante el haberlos reducido a un sistema de trabajo gratuito que, “bajo los nombres de encomiendas, mitas, repartimientos, establecieron como institución una verdadera e inicua explotación de los indios, imponiéndoles un permanente servicio personal, a favor de los señores españoles, con pesadas cargas, propias de los tiempos de la esclavitud pagana” (1).
Y la mita era un trabajo forzado, de carácter personal, que recaía, por turnos, sobre los indígenas. Fue “establecida en 1573 por el Virrey Francisco de Toledo, la mita de Potosí subsistió con leves mudanzas reglamentarias y alternaciones estadísticas, hasta el último día de la dominación española….” (2).
En este contexto se refortificaron las acciones de carácter contestatario y de rebeldía en contra la presencia colonialista en el continente. La sublevación indígena, particularmente, sacudió las vetustas estructuras del sistema esclavizador. Todos estos históricos episodios fueron marcados con el derramamiento de sangre.
España está conminada a reparar, quiera o no, los daños que ocasionó su sometimiento a este jirón patrio, cuya secuela fue la devastación de toda señal de vida, de cultura y lengua. Tampoco debe seguir con el afán de enviar “encapuchados”.
En suma: “No pasarán”, digamos parodiando a “la Pasionaria” (Dolores Ibarruri).
(1) Felipe López Menéndez: “Un Precursor de la Abolición del Servicio Personal de los Indios”. LR, La Paz – Bolivia, 21 octubre de 1951.
(2) Guillermo Lora: “Diccionario Político, Histórico, Cultural”. Ediciones Masas, La Paz – Bolivia, 1986.
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